viernes, 1 de noviembre de 2019

ENTRE LAS ARENAS DEL TIEMPO

Un breve viaje histórico-literario por la Plaza de Puente Alto
                         Jota Jota Conus






Al volver de Pirque en la Metrobús ochenta y tres, tuve que pasar frente al que se supone es el principal lugar de Puente Alto, y al observarlo reaccioné con total espanto al contemplar su presente y contrastarlo con mis recuerdos de infancia. Y me dije que algo tenía que hacer al respecto, por amor a todos los puentealtinos de corazón.



 Y es así como decidí crear este  apéndice cuyo objetivo consiste en exponer  los cambios experimentados por  la plaza de armas de la capital de la Provincia Cordillera en base a una primera lectura  de  Imágenes evanescentes,  cuento creado por Eric Soto Lavín que da cuenta de las alteraciones,  mutaciones,  violaciones,  ultrajes y la trágica muerte que sufrió  dicho espacio público para luego convertirse  en algo que no  resulta  ser más que  la negación misma de su propia esencia  extraviada. Después  de realizar esta labor dedicará algunas palabras a los   poemas Con cuánta tristeza y De nuevo de Erasmo Domínguez Santibañez con el fin de señalar las diferencias y semejanzas, principalmente estas últimas, entre las creaciones de ambos escritores para posteriormente   concentrarse  en un párrafo  de la crónica Puente Asalto de Kjesed,  la cual hace referencia al lugar que atrae nuestra atención. Todas estas tareas permitirán establecer una interesante aseveración sobre los puntos de vista que comparten los escritores mencionados, y que el privilegiado lector podrá comparar con el discurso manifestado por las autoridades políticas a quienes, más de alguno ha dado su voto, confiando en que las adecuadas gestiones que realizan siempre tengan como horizonte el bien común. En  otras palabras, como podrá apreciar, lo que en un primer paso  se presentará como un inofensivo e imparcial estudio literario con ingenuas pinceladas de historia, se transformará en un incipiente  análisis político que busca ser complementado por el comentario del lector para que entre todos acabemos con este Infierno puentealtino.

                                                                                               

    El punto de partida nos lo entrega la lectura de Imágenes evanescentes. En este texto  encontramos a un narrador protagonista  que nos relata y describe su estrecha relación con la plaza. Para ello   ejecuta distintos saltos  temporales que van desde el presente, desde donde se manifiesta su voz,  hasta el pasado para regresar al presente, y desde un pasado cercano a uno lejano. Por lo tanto, a modo de organización, una de nuestras principales misiones será exponer el orden cronológico de los cambios que se llevaron a cabo en este lugar público.



    Para desembocar en el análisis directo del texto es necesario establecer una semejanza entre el escritor y el narrador protagonista del cuento   para afirmar, basándonos en el año en que Eric Soto Lavín creó este relato, que el personaje se sitúa en la plaza de Puente Alto en el 2008. Su primer recuerdo se remonta al  último período del gobierno de la Unidad Popular, es decir al año 1973, al cual denomina el “tiempo del Caos”, que como muchos sabrán, se caracterizó por una fuerte división política en todo el país, que por un lado tenía a los partidarios de un gobierno que buscaba establecer  la revolución marxista por la vía democrática y por el otro, a los conservadores detractores que sólo buscaban mantener el poder económico, político, social, cultural, etc. en manos de una minoritaria elite burguesa. En este contexto situacional la “Plaza” es definida, según las palabras del propio narrador, pero lo correcto sería decir que la describe, ya que nos entrega rasgos específicos y particulares de este lugar, como “provinciana”, opuesta a la  modernidad ofrecida por  Santiago de Chile, capital de la Región Metropolitana.



    El protagonista menciona breve y muy someramente  las violaciones a los derechos humanos perpetrados por  el gobierno de la dictadura militar[1]. Pudiera parecer que el temor por haber vivido bajo este terrible régimen  le impidiera al escritor explayarse en un tema que jamás se terminará de citar -por más que algunos sectores apelen a la destrucción de la memoria  y a la reconciliación nacional como remedios- debido a las profundas heridas que dejó en la historia chilena y que dudo algún día cicatricen. Pero solamente lo es en apariencia, ya que los enormes conocimientos que maneja el  autor sobre este tema, sin duda, darían lugar a la creación de innumerables cuentos. En lo personal, me hubiera gustado que Eric Soto Lavín  dedicara algunos párrafos para referirse a las atrocidades que se cometieron en la principal plaza de Puente Alto, pero comprendo muy bien que el interés es otro, como usted, atentísimo lector, podrá observar en el transcurso de este trabajo. Por ende, todo lo que tenga que mencionar sobre las acciones del gobierno militar será a través de  pocas, pero certeras palabras que darán cuenta de la relación de este lugar con las autoridades políticas y con la ciudadanía:



“Más tarde, luego de testificar numerosas vejaciones hacia la población local, las poco imaginativas autoridades decidieron desentenderse de ella; y las multitudes parecían esquivarla debido, tal vez, a las casi tangibles reminiscencias  de un oscuro y autoritario bando que prohibía a la gente reunirse en grupos”.



    Todos sabían que si alguien  no cumplía con la orden  impuesta corría el  riesgo de sufrir  castigos por parte  de los agentes del Estado, los cuales consistían en la detención de la persona por unas cuantas horas en  las comisarías, la que muchas veces desembocó en la tortura, el ultraje, el homicidio, la desaparición, etc. sólo por el hecho de pensar distinto. Entonces, no es de extrañar que la angustiada población  en este oscuro período de la historia universal no se reuniera en el lugar más importante de nuestra comuna. Por tal motivo, al no conseguirse el principal fin para la cual fue creada, esto es, ser un centro de reunión social, la plaza en esa época adquirió un aspecto opaco, afligido  y apesadumbrado.



    Aproximadamente cinco años después, al poco tiempo  de que la familia  de Eric Soto Lavín emigre desde Conchalí a  Puente Alto para establecerse en forma definitiva en esta última comuna, esto es alrededor de 1977, según datos proporcionados  por el propio autor a quien escribe, el narrador protagonista recuerda una escena vivida junto a sus padres, en donde los ve disfrutando de unos helados que son descritos, utilizando aquella figura lírica llamada sinestesia[2], como “multicolores en color y sabor”, los cuales la madre, después de cruzar “la calle del Guerrillero”, es decir, Manuel Rodríguez, compra en el “Oasis”, heladería, cafetería, gelatería y pastelería que  desde mediados de la década de los cincuenta ofrecía sus productos  en donde actualmente se encuentra la galería comercial del mismo nombre[3]. Una vez que ha sido ingerido el delicioso helado de pistacho y frutilla, (sabor que hasta el día de hoy es posible disfrutar), le pregunta a su padre por el pingüino.  El progenitor   cree que se trata de la famosa revista creada en 1956 por Guido Vallejos,  El Pingüino[4], cuya popularidad se debió al hecho  que  sus páginas contenían atractivas fotografías de preciosas mujeres semidesnudas, las que eran acompañadas por   las caricaturas de los más destacados dibujantes de aquella época, entre los cuales sobresale Themo Lobos, junto con   notas de la farándula nacional. Pero aquel  se refiere al ave que solía bañarse en la pileta de la plaza. El papá sabe del plumífero personaje solo por lo que le ha contado Jalisco, su compañero de trabajo, pues nunca ha tenido la oportunidad de verlo. Esto provoca, sin  duda alguna, una  incertidumbre en el lector en cuanto a la veracidad del animal. Sobre éste he recogido las siguientes informaciones, la mayoría de ellas obtenidas  de los comentarios  surgidos a partir de la pregunta (sin signos de interrogación) que realiza Samuel Miranda en la página web de la plaza de Puente Alto “Alguien sabe del pingüino de la plaza de puente alto”[5]:



    Mario E. Moreno Rodríguez nos cuenta cuándo  vio al pingüino y dónde tenía su domicilio, pero no sabe de dónde vino ni qué fue de él “(…) yo me acuerdo que por el año 1978 había un Pingüino en la pileta de la Plaza de Puente Alto, en el centro tenía su casa. Verlo era obligación cada vez que pasabas por la plaza. Desconozco el origen y el destino que tuvo […]”. Por su parte, Natalia nos dice que nunca ha oído hablar sobre la presencia de tal ave y se manifiesta muy curiosa ante tal hecho “(…) Enserioo  habia  un pingüino en la plaza!!?? …Yo quiero saber mas de eso ajaja que (…) intriga (…)”. Lucía, basada en un diálogo que sostuvo con un colectivero,  menciona quién era el dueño del ave y  la causa de su trágico destino “Un chofer de colectivo me contó que el pingüino era de un sr. jubilado y que lo acompañaba a todas partes, hasta que un día iba detras  de su amo a buscar el pago al banco del Estado y un auto lo atropelló y lo peor es que lo atropelló de puro malo. Eso me contó, nosé …”. diego  cortes, a partir de una fuente obtenida en internet, cuyo nombre lamentablemente no recuerda,  señala que era un par de pingüinos el  que vivía en la comuna y que éstos murieron producto de la edad avanzada. Además nos habla sobre el dueño del animal  “un amigo hace un par de años tenia  la duda de los pingüinos,existe  un blog, donde pueden encontrar informacion  de puente alto y san jose … lamentablemente no lo recuerdo como para apuntarlo…. el tema de los pingüinos por lo q decia el tipo: eran dos, uno se llamaba juanito (el otro no recuerdo el nombre), pertenecian al dueño de una pescaderia que se encontraba en el centro (puente alto) y murierion de viejos…eso.. en caso de encontrar el blog lo apunto….”[6]. Jorge Santander confirma la convivencia de los dos pingüinos, basándose en los mosaicos que se ubican en la plazuela Bernardo O´higgins[7] - más conocida por la mayoría de nosotros como la Plaza de la Matte, en donde actualmente podemos contemplar, no sin cierta sensación de angustia y tristeza, la representación de un par de pingüinos decapitados debido al deplorable estado en que se encuentran las obras - y también  en lo que ha escuchado “En la PLaza de la Matte está la historia en Mosaicos… Ahí aparecen los pinguinos… También me contaron que eran del dueño de la pescadería (Estaba en la calle del estadio creo)… Cuando pase por la plaza un Domingo temprano, le voy a preguntar a los viejitos que se sientan a tomar el sol a ver si me ilustran con mas detalles…”.  LIGIA BECERRA afirma que era uno solo el pingüino y, al igual que Jorge Santander, lo relaciona con una tienda donde venden pescados, y supongo que mariscos también, pero entrega una dirección distinta. Además,  aprovecha el espacio que le brinda la página web para recordar algunas características de la Edad de Oro puentealtina[8] “El pinguino pertenecia a una Pescaderia que habia en Concha y Toro por la vereda donde esta el ServiEstado ,y salia caminando todos los dias a bañarse en la pileta de la Plaza , acompañado por los niños que jamás le hicieron daño. Obviamente eran otros tiempos, muy poca gente, casi todos conocidos y se disfrutaba de una gran tranquilidad , lamentablemente eso se perdió con la gran invasión de erradicados de otras comunas que ha cambiado el paisaje.”. Por último,  viktor pregunta si “No hay fotos del pinguino por ahi??? […]” pues considera que “[…] seriaa mas kompleta la historia kn imagenes… ;)”. Claro que sí las hay, una de ellas fue publicada  en el facebook de Historia Puente Alto[9] y nótese que en los comentarios nuevamente encontramos diferentes informaciones sobre el pingüino.



    En unas de las innumerables tertulias desarrolladas por la Corporación Mutual Melchor Concha y Toro   se mencionó  un solo pingüino, al cual se le llamó Carlitos, y no Juanito como afirma diego  cortes.  Llegó desde la costa de la Región del Bío Bío  y,  tal como lo señala LIGIA BECERRA, era muy querido por los niños. La información obtenida también coincide con la de lucía cuando se menciona su fallecimiento, pues se dice que fue atropellado por un vehículo, eso sí, la corporación es más específica al afirmar que se trató de un medio de transporte público.



 ““Carlitos” aquel pingüino llegado de Talcahuano y que pasó a ser uno más de la comuna. Era habitual verlo retozar en la pileta que existía en la hermosa plaza de aquellos tiempos. “Carlitos” logró ganarse la simpatía y el cariño de la gente, especialmente de los niños. Murió aplastado por las ruedas de un pesado vehículo de locomoción pública, culminando así una historia casi increíble, pero veraz, en Puente Alto.”[10]



    Como también se puede apreciar, el texto anterior coincide con lo afirmado por LIGIA BECERRA y Mario E. Moreno Rodríguez, al señalar que era común ver al pingüino en la pileta.

   

    Después de presentar algunas de las informaciones que aparecen en   internet sobre el pingüino, no pude evitar la tentación de poner en práctica la idea de Jorge Santander. Esta fue conversar con algunos  abuelitos que se sientan en la plaza para disfrutar de los rayos solares. Pero antes de hacerlo, primero hablé con mi padre, quien viajó desde la comuna de San Joaquín hasta Puente Alto para cursar quinto y sexto de humanidades en  la Escuela Industrial en el año 1972 y 1973, respectivamente. Él me dijo que un ex compañero de escuela en una reunión que sostuvieron en el  2008, le contó que eran dos  pingüinos los que tenía el dueño de la pescadería El Muelle,  la cual actualmente está ubicada  en  la calle Santa Elena. Al preguntarle más sobre el ave, me contó que durante esos años nunca se enteró de su muerte. Lamentablemente, más datos no me pudo proporcionar debido a que su vida laboral y familiar la desarrolló en su lugar de residencia y en Santiago. Tomando en consideración lo anterior, resulta muy extraño que el protagonista de Imágenes evanescentes no conozca al pingüino, siendo que la primera escena que  recuerda pertenece al año 1973. Lo mismo sucede con  1978, que  corresponde al año en donde pregunta al padre por la existencia del ave. Pero resulta,  como ya se señaló,  que tampoco  lo ha visto y según el testimonio de Mario E. Moreno Rodríguez, el personaje emplumado aún  vivía en el último año citado. Algo no calza.



    Cuando llegué a la  plaza de Puente Alto, pregunté sobre los pingüinos a un simpático viejito que se encontraba cerca de uno de los bancos donde se juega ajedrez. Él me dijo que efectivamente  fue una pareja la que llegó en una camioneta que traía pescados desde el sur y que pertenecían al dueño de la Pescadería El Muelle cuando ésta se ubicaba en la esquina de las calles 21 de mayo con Santa Elena y que posteriormente se trasladó a Santa Elena, pasando la calle José Luis Coo cuando uno va hacia el norte. Le comenté que a un cuidador de vehículos  con quien me encontré antes de llegar a la plaza  le pregunté, entre otras cosas, por la historia de las aves, después de introducirlo en el tema, pero al escuchar el plural y el accidente me dijo que estaba equivocado,  que era imposible, ya que al pingüino (insistió en que era uno a cada instante) todos lo respetaban, que cuando se cruzaba por la calle  el tránsito paraba, sin ninguna excepción, incluso  la patrulla de carabineros, carros de bomberos y/o ambulancias  se detenían sin importarles si había alguna emergencia. Si hasta el tren que venía desde Santiago lo hacía cuando al puentealtino - porque ya era considerado uno más de nosotros - más querido de todos se le ocurría atravesar  por la línea ferroviaria de El Llano del Maipo. Luego de una estruendosa carcajada, el abuelito me dijo que lo que le acababa de contar era  imposible porque los pingüinos, que eran dos, llegaron mucho después de 1962, que fue el año en que el tren dejó de funcionar y el par de aves llegó a comienzos de los años setenta. Sobre la muerte no pudo proporcionarme dato alguno, pero supuso que murieron de viejos, igual como acontecería con él. Agradecí al anciano y me despedí con un beso en una de sus  mejillas,  a causa del  entusiasmo que de mí se apoderaba e inmediatamente llegué al número 345 de la calle Santa Elena[11]. En este lugar saludé a una señora que fileteaba una brillante sierra, me presenté y  hablé sobre la investigación que estaba desarrollando, lamentablemente sólo me dijo  que “El dueño vendió y se fue”, le pregunté si sabía adónde. Imaginé que a Talcahuano, y pensé que me iba a tener que pegar el medio pique hasta allá mismo, pero con un tono seco  me respondió “No sé. El dueño vendió y se fue.” Acto seguido, miré cómo con su enorme cuchillo extraía las tripas de una corvina, recordé el microcuento  Impensada suerte[12]  de Eric Soto Lavín, en donde el protagonista señala el carnicero le corta la mano al cliente, luego de que éste  le reclame por la calidad de la carne, y sabiamente opté por no continuar con las molestosas interrogaciones, pues si insistía mi vida  correría grave peligro.



    Con gran decepción decidí caminar hasta mi hogar, pero recordé que está  la tienda de calzado y vestuario El Pinguino [13], por lo tanto, di la media vuelta y dirigí mis pasos hacia allá[14]. Apenas llegué al local que está ubicado  en la avenida Concha y Toro, vi que era atendido por cuatro mujeres. Decidí hablarle a la cajera, pues era la que más años de edad representaba, y al igual como lo había hecho en la  Nueva pescadería El Muelle saludé, di mi nombre y en  breves oraciones le expliqué por qué estaba allí, es decir, le conté que estaba realizando un trabajo de investigación en donde  hablaba sobre Puente Alto y un poco de su historia. Al escuchar esta última palabra  comenzó a mover su canosa cabeza de un lado para otro en señal de negación y me señaló que por muy veterana que ella fuera no tenía tiempo suficiente para dedicármelo. No le entendí, así que con una gran sonrisa insistí al decirle que sólo pretendía  saber  por qué el lugar adonde trabajaba recibía el nombre de “El Pingüino”. También sonrió  y me señaló que se debía a un antiguo apodo. “¿Tiene alguna relación con el pingüino que vivió en Puente Alto?” fue mi pregunta, ante la cual respondió tajantemente “No. Ya me habían preguntado eso. No tiene nada que ver.” Después de esto agradecí y me despedí, no sin antes darle a conocer que en el letrero de la tienda se lee “Pinguino”, ya que le falta la diéresis a la u, o sea, los dos puntitos. Inmediatamente después de esta corrección aceleré mi caminata y salí corriendo para evitar un posible zapatazo en mi nuca, mientras me preguntaba quién me mandaba a preguntar tantas leseras.



    Con dicha información regresé a casa, no sin antes pasar nuevamente por la plaza, en donde pregunté por última vez acerca del pingüino a una abuelita que  estaba sentada en una de esas bancas que se encuentran entre los jardincillos enrejados. Ella me precisó que no era uno, sino dos: una pingüina y un pingüino, pero que no recordaba sus nombres. Lo que sí nunca olvidará es que a la hembra la atropellaron y que su macho murió, poco tiempo después,  a causa de la profunda tristeza que experimentó al sentirse solo.



    Como apreciará los datos, hechos y opiniones que sobre el pingüino se entregan son incontables. Bástenos observar el Facebook de Historia Puente Alto que cité más arriba para darnos cuenta que se nos habla de un pingüino, otros de dos, que pertenecían al dueño de una pescadería que se encontraba en distintos lugares del centro de la comuna, que su nombre era Panchito, para otros Juanito, otros dicen que se llamaba Carlos o Carlitos,  hay quien afirma que se llamaba Carlitos María. Sobre este último  mi estimado amigo Edison Carreño Ulloa afirma que existe una confusión, ya que  Carlos María era un homosexual que a causa de sus particulares características se transformó en todo un personaje puentealtino, ¿se fija, querido lector, cómo van surgiendo otras sabrosas informaciones? Incluso en el mismo Facebook leí que al pingüino lo habían matado los militares para el setentaitrés. Por su parte, Martin Cea Arluciaga, hijo de los dueños de la pescadería Vasca y de los pingüinos, trata de imponer la verdad verdadera sobre el personaje en el Facebook de Frases puentealtinas[15]. Nos cuenta que ambos pingüinos se llamaban Pepe. El primero llegó desde el puerto de San Antonio, en un camión que traía pescados y mariscos,  hasta la pescadería que funcionaba donde hoy se encuentra el supermercado Monserrat del centro de Puente Alto, que luego se cambió a Balmaceda con  21 de Mayo. Lo mató por error un trabajador de la pescadería y un mes después llegó el segundo. Sus dueños fueron Tomás Cea y Concepción Arliciaga.



    Con respecto a toda esta información,  debo aclarar a usted, como en otras oportunidades lo he hecho, que  muchas veces, más que llegar a la veracidad de un hecho histórico, me interesa dar cuenta de las innumerables historias que surgen a partir de él, sean éstas verdaderas o falsas, y que  originarán innumerables oraciones, frases y/o narraciones ficticias que se  compartirán con amigos, familiares, vecinos, conocidos, etc.[16] algunas de las cuales desembocarán en la invención de un texto, llámese poema, obra dramática, novela o un cuento como ya  ha ocurrido en algunas oportunidades. O sea, mi trabajo principalmente apunta a  entregar información que motive a los  escritores de la zona con el fin de  difundir y  conservar el patrimonio de la Provincia Cordillera a través de diversas creaciones literarias. Y créanme, ya he visto algunos satisfactorios resultados con los cuales pronto se sorprenderá. Por ejemplo, el mismo Eric Soto Lavín  presentó una compilación de  cuentos para el Fondo del Libro, entre los cuales se encuentra  Atisbo hacia el pasado, texto que trata sobre el pingüino. Por ahora, dejaremos las historias de este personaje hasta acá, pues esta será una aventura de nunca acabar. Por lo tanto, lo más conveniente es dejar el relato en puntos suspensivos, confiando en que éste se transformará en un texto literario que muy pronto compartiremos en nuestra página web.

           

     Ahora volvamos directamente a las palabras de Imágenes evanescentes, justo en aquel punto en donde el protagonista imagina al pingüino en el pasado y  habla de la época en donde había tiempo para conversar, tomar un helado y pasear con la familia. Después de esto recuerda  la llegada de la democracia, esto es,  en el año 1988. En este período la “Plaza” fue modificada en un par de ocasiones y su aspecto se transformó totalmente. Se instalaron “soberbios parterres” desde donde se podía observar  el  entorno de la plaza en completa tranquilidad, incluyendo  a aquellos innumerables  militares pertenecientes al Regimiento de Ingenieros n° 2 de Puente Alto que tanto repudia “Y en muchas ocasiones llegué a pensar, no sin falta de fundamentos y pese a los conscriptos de cabellos e ideas cortas que todavía la infestaban durante los fines de semana que la Plaza era lo único realmente atractivo de nuestra comuna y ciudad.” Fundamentos  que, sin duda, se basan en la nefasta experiencia que la mayoría de los ciudadanos ha vivido con un ejército que se comporta como un instrumento más de la alta burguesía, cuyo único fin solo apunta a proteger sus intereses económicos.



    Al comparar las características de aquella plaza con las que se nos ofrece hoy, el panorama es desalentador, ya que resulta imposible contemplar la misma debido a que la monstruosa distribución de sus elementos obstaculiza la observación del entorno inmediato. Las mismas personas que se sientan cerca de uno dificultan aún más la realización del objetivo. Créanlo. He experimentado esto en muchas oportunidades en las bancas que se encuentran en el costado sur de la plaza. Así es. Entre rejas y árboles he tratado de estudiar la plaza y muchas veces me he topado con las temerosas miradas de muchas personas,  sobre todo mujeres, quienes nerviosamente han reacomodado los sostenes sobre sus pechos, “Ya todos saben que muchas guardan el dinero en esta ropa interior”, me gustaría susurrarles cariñosamente al oído, pero he preferido no aumentar su miedo y concentrarme en otras tareas, como por ejemplo, obtener más información sobre  el Zangandongo, una ghymkhana comunal,  que dejaré como tarea para dedicarle la atención que merece en un trabajo que gira en torno a Obsolescencia súbita,  otro cuento de Eric Soto Lavín en donde también aparece mencionada esta extraña palabra.



    En relación a los  noventa  no hay mucho que referir, en realidad casi nada, ya que según el protagonista, durante esta década, la “Plaza” se mantiene casi inmutable “Sólo algún arreglo por aquí, un cambio de baldosas por allá, una mano de gato para alguna fecha importante, y nada más” se observa.



    Los últimos recuerdos que el protagonista tiene de su padre aparecen cuando después de cambiar un cheque en el banco de Chile, que en aquél entonces se ubicaba en la calle Domingo Tocornal, descansan en un asiento que “Juan” dice pertenecerle, pues aparece grabado dicho nombre, sin embargo el protagonista bien sabe que su progenitor es incapaz de escribir su nombre en los maderos. Juan le dice que en este asiento siempre descansa cuando pasa por la plaza, información con la cual el protagonista infiere que esa es la razón  por la que llega  tarde a la casa. El padre asiente, mientras observa a un artista callejero que se concentra en la creación del popular rostro del guerrillero Ernesto “Che” Guevara. Finalmente deciden volver a su hogar, sin imaginar la brutalidad que se avecina. Este recuerdo, al igual que todos los anteriores, también se destruye  en innumerables  fragmentos, lo cual provoca que  los puntos de referencia desaparezcan fugazmente,  a tal punto de que hoy sea imposible indicar con certeza dónde se encontraba el asiento en que el padre de Eric Soto Lavín a menudo descansaba. En efecto, la desintegración total de todos los elementos que conformaban el paisaje de la plaza y  que desencadenaban los recuerdos del escritor y con él el del  narrador-protagonista, evidencia la violenta agresión que se efectuó contra la ciudadanía a mano de las autoridades políticas y empresariales que a comienzos de este siglo trajeron consigo el Metro “y con éste vendría aparejada la modernidad. Aquella que todo lo arrasa sin cuestionarse nada ni perdonar a nadie.”  Veamos qué ocurrió:



    En cuanto a la flora, “Las añosas encinas […] fueron salvajemente mutiladas y sus muñones —mudos testigos de una realidad ya muchas veces vista en otros lugares de nuestro país—, junto a las plantas y arbustos de menor envergadura, arrancados de cuajo”  por aquellas máquinas automóviles llamadas buldócer, las cuales  son magistralmente descritas como “insensibles y articuladas bestias amarillas.”. “Además, desaparecieron las dos únicas palmeras.”[17]



    El elemento mitológico también se vio afectado, ya que  “Junto con las encinas desaparecen sus respectivas dríades”, o sea, las ninfas de los bosques, cuya vida duraba lo mismo que la del árbol a que se suponía unida. Estas hermosas divinidades[18] “escondidas ante la vista de todos, nos hacían soñar y rememorar tiempos mejores cuando descansábamos a la sombra de tan exuberante follaje”.  Entonces, se puede  afirmar junto al narrador que al desaparecer las dríades  con las encinas también se esfumaron los gratos sueños de lo que, con una lectura superficial, podríamos asociar a una Edad de Oro, tópico literario que trata sobre el  recuerdo de un tiempo pasado que se considera superior  al presente, (utilizando un cliché, si usted me lo permite,  se resume en la oración “todo tiempo pasado fue mejor”), pero con el cual es menester no generalizar. En efecto, es irrefutable  que las dríades se asocian a sueños y tiempos placenteros, pero no olvidemos que este mismo relato ya nos ha mencionado  que el gobierno del régimen militar de ese oscuro período de nuestra historia universal  prohibía a la gente juntarse en grupos. Recuérdese, además, que el mismo narrador trata con cierto desdén a los militares. Y en relación a  la flora, los mismos árboles de las dríades provocaban malestares a muchas personas,  “Las añosas encinas, que muchos todavía recuerdan con cierta desazón debido a la empalagosa resina que a diario precipitaba desde sus hojas en los meses de mayor calor”.



    El paisaje cultural conocido hasta entonces tampoco logró permanecer en su sitial.  En el relato se menciona la desaparición del pequeño busto de Manuel Rodríguez, donado por la colonia árabe a la municipalidad en el año 1956, el cual le daba con orgullo su nombre a la Plaza. Sin embargo,  a diferencia de los elementos mencionados anteriormente, de éste sí sabemos su destino: frente a la municipalidad de Puente Alto, claro que  no siempre se encuentra en este lugar, ya que lo sacan para diversas actividades organizadas por las autoridades locales y su reinstalación tarda más de lo debido. Sólo basta darse una vuelta por la municipalidad para percatarse de este hecho. Les apuesto lo que quieran a que no encontraran la escultura del guerrillero nacional.



“Y después le tocó el turno a toda la obra gruesa de la misma, no salvándose ni el más humilde pedrusco puentealtino.”



    La atrocidad cometida a este semillero de memorias y recuerdos por estas maquinarias que el narrador trata  como bestias y monstruos ofrece un espectáculo horrible  que la inmensa mayoría de los transeúntes no  puede presenciar debido a que se oculta  la plaza, “unas monstruosas manos mecánicas” la cercaron  para  que nadie pudiera observar cómo se destruía el lugar en donde tantos recuerdos se crearon. Ya no existía la plaza. “Era el progreso y esta vez había llegado para quedarse.” Solo se escuchaban los quejidos y los sollozos de la madre tierra deshonrada, y sus gritos provocados por estas máquinas extranjeras que nuestra lengua, debido a su constante uso en labores de construcción y destrucción, ha castellanizado: son  los buldóceres: “aquellas insensibles y articuladas bestias amarillas que, casi con inenarrable sadismo, siempre destruyen todo lo que encuentran a su paso”.



    Después de consumado el horripilante hecho se origina la No-Plaza, cuyas características, en un comienzo, fueron las siguientes:  “no era más que una extensión cuadrangular de cemento estéril.”, “la única vegetación consistía en una hilera de palmeras que, al parecer, habían sido donadas graciosamente por el Regimiento  antes que éste abandonara en forma definitiva nuestra comuna”[19].,  “hacia el costado de la Avenida Principal  [Concha y Toro] dos grotescas moles de acero pintadas de blanco señalaban dos de las entradas hacia el ferrocarril subterráneo.”, “una caseta sanitaria para que, en caso que sea necesario, algunos pocos y urgidos transeúntes la utilicen de baño. Lo único malo es que no han faltado los desubicados que, una y otra vez, insisten en utilizarla a modo de ascensor para acceder a las instalaciones subterráneas del Metro.” y “algunos focos a nivel del suelo que desaparecieron, tal vez fueron robados.” Teniendo en cuenta la enumeración anterior, el narrador se pregunta a sí mismo, y nosotros como lectores inevitablemente también lo hacemos, “¿Podrá llegar a tanto nuestra tolerancia?”. Nuestras pasivas respuestas han demostrado que sí y es más, estamos dispuestos a aceptar mucho más, tal como lo demostró el 30 de noviembre del año 2005, fecha de la  inauguración de la línea 4[20]  y de la bienvenida a la No-Plaza.



    Aquel día la negación misma de la plaza “se llenó de sillas y fue cubierta parcialmente con un gigantesco toldo y, con bombos y platillos, junto a la guarida terminal del culebrón metálico también se entregó esta nueva infraestructura a la comunidad para su completo e íntegro regocijo.” Y es así como “Muchos halagos y comentarios se escucharon acerca de la modernidad de la No Plaza, pero lo cierto es que no había plantas ni sitio alguno donde descansar un breve instante, y el sol daba de pleno en ella a mediados de verano.” Como verá más adelante, por medio de fragmentos que hemos rescatado de la prensa escrita,  la atención de las autoridades está concentrada en el Metro y  la referencia que se hace a la plaza es solo superficial. Ante esto, considero muy valiosa la labor que hace nuestro escritor al   rescatar de la memoria, aunque sea de forma general, algunos comentarios de la ciudadanía presente aquel día y algunas opiniones que se entregaron en un taller literario, al cual asistí en un par de ocasiones, por parte de algunos alumnos, cuyos nombre prefiero no divulgar para evitar algunos problemas a Eric. Él sabe a quiénes me refiero.



    Tiempo después, aparece una estatua que está relacionada con el busto donado por la comunidad árabe, pues representa a Manuel Rodríguez.  Según muchos estudiosos locales, entre los que destacan Juan Serrano y Edison Carreño Ulloa, el héroe nacional cabalgó por nuestra provincia. El mismo narrador de Imágenes evanescentes señala  que el jinete visitó esta plaza[21]. “un día muy lejano él conoció y visitó en más de alguna ocasión”. El narrador  llama a esta estatua “Anomo: un jinete sin rostro”, y apela a  la imaginación del lector, sugiriéndonos que en su última visita, el revolucionario guerrillero  “al observar los cambios de la plaza quedó petrificado.”  En este punto, permítaseme la libertad de expresar mi particular punto de vista: yo sinceramente creo que la ausencia de ojos, nariz, oídos y boca se debe a  que no quiere ver, oír, oler  la plaza, y menos emitir comentario alguno sobre ella. Incluso ha quedado desprovisto del sentido del tacto al transformarse en piedra. En otras palabras, no quiere saber nada de este lugar. Para mí,  esta figura simboliza a miles de personas que  “conocen”  este espacio público, muchas de las cuales rápidamente transitan por el centro de la No Plaza en dirección diagonal, sin contemplar el lugar ni por un brevísimo instante. La plaza no existe para ellas, solo se ha transformado en un paseo peatonal que les permite dirigir sus pasos desde la estación del Metro hasta los paraderos del Transantiago, y viceversa, o bien,  para acortar camino y apurar los trámites  y diligencias que se deben realizar, transformándose de esta manera en un no lugar “un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico”[22] , un espacio de mero tránsito.



    Junto con los modernos asientos se colocaron algunos jóvenes arbolillos sobre aquella casi estéril superficie, los cuales mostraban su verdor a regañadientes, ya que se resistían a crecer en un lugar con todas las características anteriormente señaladas.



    No cabe duda  de que correspondía a una plaza (¿?) que no ofrecía casi ningún atractivo, pero tal como dijo el novelista inglés Charles Dickens, autor de Oliver Twist, entre muchas otras grandes obras, tales como David Copperfield, Casa desolada y Tiempos difíciles, “El hombre es un animal de costumbres” y las personas no tardaron en acostumbrarse a la No Plaza  “E incluso algunos  comenzaron a sentirse orgullosos de ella, de su modernidad y de su estilo tan similar a otras del viejo y decadente continente europeo”, tales como la Plaza Mayor de Madrid, la Plaza de San Pedro en el Vaticano,  la Gran Plaza Mayor de Bruselas en Bélgica, Trafalgar Square en Londres, etc. Pero lo cierto es que “ya no habría espacio para los gratos recuerdos, pasados ni futuros”, pues cómo esta plaza con “esta nueva remodelación, tan fría e impersonal va a crear recuerdos para el futuro.”. Dígame, querido lector, ¿quién va a recordar este presente que  será pasado en el futuro? Yo creo que nadie.



    Después de transcurrido casi un año, al acercarse la Navidad y el Año Nuevo, se instalaron pequeños maceteros  con pinos que dificultaban el tránsito  de la gente por la No Plaza, además de un pesebre de tamaño natural “pero todo esto duró menos que un suspiro”, ya que solo se colocaron por motivo de dichas festividades.



    Esto todavía no ha finalizado, la brutalidad está muy lejos de concluir aquí, pues una nueva remodelación se avecinó. Muchos habitantes debido a malas experiencias con las inundaciones que afectan no solo a nuestra comuna, sino a la mayor parte de la Región Metropolitana durante la estación de invierno, y a los continuos problemas con la electricidad,  creyeron que se trataba del  cambio de los conductos de desagüe o la instalación de un tendido subterráneo por parte  de Aguas Andinas o de la Compañía de Teléfonos, respectivamente, pero se equivocaron pues se instaló la que según el narrador es “quizá la rúbrica definitiva, la que se distingue  y prevalece ante ojos primerizos o muy poco observadores.”: “Unas altas estructuras metálicas  que en un día de lluvia protegerán menos que los paraderos del Transantiago.” Como podemos presenciar, nuevamente nos encontramos  con una férrea crítica dirigida a la modernización, que en esta ocasión se presenta con un carácter totalmente  desprotector.



    Y no crea que esto  termina acá. No. Ya que:



“Además, colocaron numerosos y tradicionales escaños siguiendo los bordes de dicha estructura, para que la palomas, que a diario se instalan sobre las varillas superiores, pudiesen practicar su puntería a insano y perverso placer. Aunque tal ha sido la tónica dentro de muchos ámbitos de nuestra sociedad, la Ley del Gallinero se manifestará a plenitud y a vista y paciencia de todos.”



    Quienes han visto un gallinero saben que éstos poseen  palos horizontales para que las gallinas duerman. Debido a la disposición de estas piezas de madera las gallinas del palo superior eliminan sus heces fecales junto con la orina sobre las que se encuentran en palo inferior y éstas sobre las que se encuentran más abajo y así sucesivamente. Este hecho corresponde una alegoría de nuestra sociedad, en donde la persona que está arriba daña a la que se encuentra más abajo. He ahí   la famosa “Ley del Gallinero” y que según las palabras de Imágenes evanescentes se practica en la mayor parte de la sociedad. O sea, de la cita anterior se puede inferir que, disculpando la soez expresión, literal, metafórica y alegóricamente estamos entero  caga’os[23], ya que nos encontramos en el último palo del gallinero como lo han demostrado todos los antecedentes hasta aquí se han expuesto y como lo reafirmarán los párrafos que vienen a continuación.



    Como se señaló al iniciar este análisis, el protagonista habla en el  2008, por lo tanto considera los cambios ocurridos hasta dicho año.  Entonces, resulta necesario indicar que la forma de dichas estructuras metálicas, después se repitieron en el costado norte y oeste de la plaza, es decir, hacia las calles José Luis Coo y Concha y Toro, respectivamente, ¡Qué idea más genial! (Pero no nos detengamos con este tipo de comentarios.) Los cambios continuaron, “Las escaleras que invitaban hacia el centro de la Plaza”, (¿La “Plaza”?, ¿Por qué aparece la “Plaza”?, ¿No que era la “No-Plaza”?, Claro que sí, pero el narrador la denomina de la primera forma solo por  costumbre, ya que queda el recuerdo. Pero para muchos, dentro de los cuales me incluyo, está claro que se trata de la No Plaza), fueron reemplazadas por rampas de adoquines para que por ellas circule la tercera edad y los minusválidos sin mayor dificultad, pero lo más tragicómico  es que afectan a los jubilados, quienes a trastabillones y corriendo  deben descender a causa del desnivel. De esto se deduce  que todo lo que se realiza en este lugar está malo. Así lo confirmará, poco después, la instalación de los modernos asientos y los jardincillos enrejados  en el sector sur de la plaza, cuya distribución además de obstaculizar la observación del entorno con solaz y placer, desorientan a los transeúntes hasta llevarlos a una situación  angustiante que el mismo narrador ha experimentado y ha comparado con la que ha sentido  el  Minotauro[24] atrapado en su laberinto. Y es más, cree que en este rincón puentealtino  algunas personas hayan desaparecido para siempre.



    Se podrían seguir entregando muchos más detalles como los mencionados más arriba, pero lamentablemente esto no se realiza debido a que el narrador protagonista  intenta alejarse “de todos aquellos sujetos en clara actitud sospechosa que, de repente y en todo momento, ahora merodean sobre la Plaza en busca de alguna ocasional víctima para desplumar.”, en clara alusión a todos los cogoteros que pululan en el sector y que la literatura ya ha manifestado en otras creaciones, tales como Por no saber, poema escrito por Erasmo Domínguez Santibáñez, en donde asaltantes y ladrones son elementos que no solo  ornamentan la plaza, sino  a toda la comuna  “Si hoy hasta los patos malos adornan este lugar”.



    Al finalizar el cuento se afirma que siempre ocurrirán modificaciones que no siempre serán para mejor, pues si en las próximas elecciones gana ese cambio tan difundido por la derecha chilena, (cómo olvidar el famoso “¡Viva el cambio!”[25]),  qué pasará con la plaza. Por lo que hemos visto, algo siempre peor. Ante esto, la misma pregunta nos sigue invadiendo a cada instante, y nuevamente se hace explícita “¿Podrá llegar a tanto nuestra tolerancia?” Hasta el momento hemos demostrado que sí, de ahí que seamos tratados como tercermundistas, como personas que vivimos en un territorio con un escuálido desarrollo económico, político, social y cultural  y que después de nuestra muerte merezcamos ser comidos por los gusanos que habitan este espacio degradado  sin dejar rastro de nuestro paso por la tierra.



    Una vez que hemos terminado de alimentarnos con  el texto de Eric Soto Lavín por medio de estos análisis, conviene  dirigir algunas palabras a dos creaciones de un poeta popular que muchos puentealtinos conocen para establecer algunas semejanzas y diferencias entre los puntos de vista de sus hablantes líricos y el narrador de Imágenes evanescentes.



    Al comenzar la lectura de  los primeros versos del poema Con cuánta tristeza de Erasmo Santibáñez Domínguez, lo  que inmediatamente salta a la vista  es la concentración en la temporalidad, “Con cuanta tristeza evoco yo el tiempo/ En que en estos campos era feliz, / Yo y mi esposa unidos aquí por el tiempo / Que nos tocó vivir.” Por lo tanto, es de suma importancia concentrarnos en el “tiempo”, valga la redundancia,  que ya sucedió, vale decir, el pasado, y  el presente en el cual se sitúa esta voz ficticia,  pues en ambos se dan a conocer distintos estados de ánimo, según lo que nos expresa el  hablante lírico. Efectivamente, cuando se menciona el pasado se manifiesta un bienestar y una felicidad asociados al amor correspondido, a la naturaleza y a ese medio de transporte tan querido por nuestros antepasados, me refiero al  ferrocarril Llanos del Maipo: “era feliz”, “Todo muy bonito yo iba viendo / Si hasta el Raco viento me hacía feliz / Era santiaguino, pero qué contento / Me hacía el trencito trayéndome aquí.” Mismos sentimientos que, como ya se mencionó, comparte con la amada “Junto a mi señora venía contento / Si a ella le gustaba venir siempre aquí / Yo era dichoso cumpliéndole a ella / Si ella era mi estrella aquí en mi vivir.” En cambio, cuando nos concentramos en la referencia al presente encontramos pesadumbre y malestar debido a que los elementos de esa plaza tan apreciada desaparecieron producto de la modernización. En este punto, es interesante evidenciar la antítesis que establece el poeta con el recuerdo y el olvido, porque si bien es cierto que  escribe sobre la pérdida de sus gratas memorias, también lo es el hecho que estos mismos versos cumplen la función de perpetuar en el tiempo los sentimientos del escritor. “Siempre la recuerdo por este lamento / Que yo voy sintiendo porque la perdí / Y solo el recuerdo yo iba teniendo / Aquí en esta plaza y hoy ya lo perdí.”



    Nótese que al igual que en Imágenes Evanescentes se culpa al progreso, asociado a la modernización, por la destrucción de la plaza,  pero mientras que para el narrador de aquel texto “la modernidad avanza sin cuestionamientos”, es decir, sin pensar, sin reflexionar y sin criticar, para el hablante lírico de Con cuánta tristeza esta modernidad no posee sensibilidad “El progreso avanza ya sin sentimientos.”



    Sin duda alguna, usted jamás olvidará las horribles transformaciones que sufrió la plaza. No quedó absolutamente nada de lo que existió antes de que se iniciaran las labores de construcción de la línea 4 del Metro en dicho lugar. Así también nos lo confirman  los versos  del poema. “¡Ay cuánto yo siento venir hoy aquí! / En donde ya nada queda del recuerdo / Que hace cuarenta años aquí yo viví.”



    Pero  pese a todo, es muy importante señalar que en la retina aún están presentes las características de la antigua plaza. Efectivamente,  en la última estrofa presenciamos cómo el pasado y el presente se fusionan  “¡Ay, mi plaza hermosa,” para preguntar por aquél árbol, en cuyo tronco mi querido amigo, según él mismo me confesó, grabó la forma clásica de un corazón para escribir en su interior  “Erasmo y Catalina”. Como puede percatarse, murió la plaza, murió su amor, murió el árbol y paulatinamente están falleciendo sus recuerdos, elementos esenciales de su vida que se esfuerza por mantener vivos en este poema. Ahora bien, si usted quiere ir más allá y saber la causas del fallecimiento de su amada esposa es menester leer el poema De nuevo, el cual cito sin mutilación alguna en honor a la musa inspiradora:



"Aquí nuevamente me encuentro,

Escribiendo a esta hermosa plaza que para mí murió,

 Tal vez si renazca con todo su orgullo,

Mas lo que aquí hubo recuerdos ya son.

La verdad, Puente Alto ha cambiado mucho.

Ya no está el orgullo de esta región,

Que era el trencito que paseó a los suyos

Desde Plaza Italia a este sector.

Ya pronto aquí el Metro será realidad,

Con el adelanto que es esplendor

Y nuestra comarca que era huasteca ya vive el embrujo, la modernización.

En dónde quedaron pregunto angustioso,

Y nadie me dice lo que aquí pasó,

Con la hermosa plaza que era nuestro orgullo

Y tantos recuerdos de amor escondió.

Para el que esto escribe

Es muy doloroso recordar la historia que aquí se escribió,

En donde mi esposa gritó con pena mi esposo querido perdona el dolor.

Aquí me despido de ti como siempre

Diciendo que te amo con todo mi amor,

Mas se va mi vida pues tengo Leucemia,

Justo un mes me queda de estar junto a ti

Por eso yo clamo en forma angustiosa

Porque pasan  cosas de tanto dolor,

El progreso avanza, llevando las rosas

Y esos mensajes tan llenos de amor.”



    Recordemos que la idea de la muerte de la plaza también está  en Imágenes Evanescentes cuando se presenta un territorio denominado la “No-Plaza”, es decir, la negación misma de la plaza. Se nos podrá refutar que más adelante, el narrador la llama nuevamente “Plaza”, pero esto solo obedece a la costumbre. Por nada más. (Recordemos la célebre frase de Charles Dickens).



    La relación víctima-victimario entre la plaza y el Metro, respectivamente, también la encontramos en  Puente Asalto,  de  Kjesed.   Nótese  que en esta crónica también aparece la estrecha relación de dicho espacio público con un personaje que ya forma parte de nuestra historia local:



 Su plaza era preciosa, llena de árboles donde los abuelos se dormían a la hora de la siesta dándole comida a las palomas... Y dicen que vivía un pingüino, mi abuela lo vió [sic.], que vivía feliz en la pileta que estaba frente a la "callampa" de la plaza, hasta que un dia [sic.] se murió, igual como murió la plaza cuando llegó el metro.”



    En base a toda la información expuesta a ustedes hasta el momento, podríamos aseverar irrefutablemente que la  visión que comparten los creadores literarios que acabamos de analizar es compartida por todos y cada uno de quienes conocimos la plaza antes que se  realizaran las obras de construcción de la línea 4, sin excepción alguna. Sin embargo, estas ideas contrastan rotundamente  con las ofrecidas por el discurso institucional. Obsérvese, por ejemplo,  cómo nos da la “Bienvenida” la Editorial de la Plaza de Puente Alto.



“Más allá de lo que diga la prensa, de lo que nos cuenten, de lo que nos dijeron y de lo que supimos porque otro nos contó que así fue. Puente Alto tiene, como muy pocas ciudades en Chile, identidad. Tiene magia, mística y lugares maravillosos. Valores, fuerza, historia, una plaza de verdad que aun  [sic.] vive en la memoria  de su gente con árboles centenarios, niños jugando, uno que otro perro vago, un curadito durmiendo “la mona” y ancianos disfrutando del paisaje a la sombra una tarde después de almuerzo. Y si bien hoy la plaza no es la misma, su identidad ha sabido mantenerse intacta, autosalvarse del ingrato modernismo (…)”[26]



    Después de leer la cita anterior, me sigo preguntando una vez más, al igual que el narrador de Imágenes Evanescentes “¿Podrá llegar a tanto nuestra tolerancia?”  a la cual sumo, ¿creen que somos tontos?, ¿se están burlando de nosotros?



    Se habla de que la identidad de la plaza ha permanecido inmutable, cuando con una primera y superficial mirada se comprueba  que esto está lejos de ser así, de lo contrario aún veríamos a los niños dando vueltas de carnero sobre los panterres, a los deliciosos algodones de azúcar coloreando aún más el bello paraje, mientras padres e hijos juegan a las escondidas o al pillarse… “¿autosalvarse del ingrato modernismo?”, ¡¡¿Quééé?!! No, por favor, no me vengan con cuentos. No les compro y cómo voy a hacerlo con una página que utiliza la palabra modernismo como sinónimo de modernidad o modernización, ¡craso error!



    El término modernismo posee distintas acepciones, ambas se refieren  a movimientos surgidos a fines del siglo XIX. Existe un modernismo religioso, un modernismo arquitectónico y otro literario.  El objetivo de este último, a grandes rasgos, es conseguir la belleza como medio para escapar de la realidad  común y corriente e ir en contra de todo lo que represente la  sociedad burguesa reinante. Me encantaría seguir refiriéndome  a esta corriente con la profundidad que se merece, sobre todo considerando que dentro de sus principales exponentes se encuentra  Rubén Darío (fundador del movimiento), uno de mis poetas favoritos, pero esta labor generaría una digresión que nos apartaría del tema que nos convoca. Lo único que me queda por señalar es que la palabra adecuada es modernización, pues la cita se refiere al  proceso  de industrialización y tecnificación que ha influido en los modos de vida del ser humano.

    Después de realizada esta lacónica aclaración me siento en uno de los bancos de la hermosa plaza de Puente Alto, esperando a Eric Soto Lavín para presentarle mi trabajo. Observo a las personas, cada una de las cuales me devuelve  una temerosa mirada. Puedo leer su miedo. Creen que las quiero cogotear. Pero insisto en mi acción, pues me digo que si quiero convertirme  en un escritor profesional como quien pronto llegará hasta mí, debo despertar todos mis sentidos. Por tal motivo, sumo la audición a mi trabajo y escucho  la conversación entre dos señoras y un guardia, quien se acerca aún más a una de ellas y le aconseja que guarde su celular porque hace pocos minutos un tipo que iba con una caja de helados  bajo el brazo le robó uno de estos mismos aparatos a una lola que se encontraba sentada en uno de los asientos vecinos. La señora  le hace caso y lo guarda en su cartera, como si al esconderlo en su interior el peligro desapareciera en forma definitiva. Luego comenta que  le extraña  que los delincuentes actúen a plena luz del día ante los guardias que se pasean por el lugar y los carabineros que siempre están presentes en el costado oeste de la plaza, en la calle Concha y Toro. El joven guardia no tarda en soltar su lengua y  aprovecha de decirle que no creería las cosas que ocurren en su lugar de trabajo. Menciona que en la noche las prostitutas ocupan las bancas para ofrecer sus servicios sexuales y que muy temprano en la mañana, antes de que las personas comiencen  a utilizar el Metro, las señoras del aseo tienen que recoger decenas de condones, “¡Qué asco!” Grita con espanto la misma señora. El guardia se despide, después de un sincero “¡Cuídense!”, momento en el cual llega nuestro gran escritor, a quien no tardo en contarle lo que acabo de escuchar. Como siempre recibe mi información pacientemente y le digo que  seré yo quien escriba un relato sobre el ejercicio de la prostitución en el  laberinto del minotauro.



    Conversamos con Eric sobre la historia y la literatura de la Provincia Cordillera por un par de horas, sobre todo de Imágenes Evanescentes. Después de despedirnos me dirigí a mi casa a escribir el trabajo que en estos momentos presento a usted. Finalmente, me dije que debido al cansancio que ya se apoderaba de mí, a primera hora del día siguiente escribiría el texto que me había propuesto. Pero antes de acostarme para dormir, recibí  a través del chat de Facebook, Plaza Roja, un cuento de mi estimado amigo, que se concentra en el funcionamiento de la No Plaza cuando el mercado sexual se ejerce y que usted puede, al igual que todos los textos literarios que he citado, leer en nuestra página.



    Como puede apreciar, queridísimo lector, la literatura ha servido para sacar a  la luz muchos hechos que desconocíamos sobre la Plaza de Puente Alto, principalmente las pequeñas y grandes transformaciones que ha sufrido,  pasando de ser un hermoso espacio que reunía a la familia, amantes y niños a un prostíbulo instalado a plena luz de la noche. También la literatura ha servido para dar a conocer cómo esta brutal conversión ha afectado los pensamientos y sentimientos de quienes la conocieron.  Tal vez actúe como un conservador, pero sigo preguntándome “¿Podrá llegar a tanto nuestra tolerancia?”, ¿Y qué hay de nuestras autoridades?, ¿Está en ellas cambiar el estado actual de las cosas? Al parecer, solo digo que “al parecer,” no. Por eso, estoy convencido de  que somos los ciudadanos a quienes nos ha llegado el momento de transformar la realidad, ¡En la ciudadanía está la esperanza! Esa misma que jamás ha sido considerada en las decisiones de las autoridades políticas que trabajan codo a codo con los empresarios. Entendámoslo de una vez por todas y para siempre, a ellos sólo les interesa el voto para seguir prolongando el período de su mandato. Ellos sólo quieren más poder.



    Efectivamente, bástenos   recordar el 30 de noviembre del año 2005, fecha en que se inauguró en la explanada de la plaza la línea 4 del Metro.  El espectáculo ofrecido aquel día estuvo a cargo del presidente de la República, Ricardo Lagos, del ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, del Ministro de Obras Públicas, Jaime Estévez, del alcalde Manuel José Ossandón, del Presidente del directorio de Metro, Fernando Bustamante,   del director del metro de París, Alain Caire, y de Philippe Citroën, el director manager de Systra Group, empresa francesa que por décadas ha trabajado con el Metro de Santiago, entre otras muchas otras autoridades políticas y empresariales, cada una de los cuales fue  fervientemente ovacionado por casi tres mil personas.



    Los discursos emitidos por integrantes de ambos bandos políticos, tanto de la Concertación como de la Alianza, tenían como eje central hacer hincapié en el compromiso que se cumplía ese histórico día. Veamos qué dijeron algunos de estos personajes:



Manuel José  Ossandón:



“Quiero darles las gracias al gobierno, al señor Presidente. A todos, por haber cumplido. La verdad es que hace tres años y medio estuvimos acá e hicimos un compromiso que sellamos entre todos, de hacer un trabajo, de apoyarnos. Hemos hecho un trabajo, que cuando lo miramos como empresa, como gobierno, como municipio lo pensamos para mejorar la calidad de vida de nuestra gente. Hoy, todos ganan”[27]



Fernando Bustamante:



“Hoy estamos cumpliendo el compromiso que asumimos en mayo de 2001, cuando el Presidente de la República asumió que la nueva línea de Metro sería ésta. Pues bien cumplimos.”[28]



Jaime Estévez:



“Hoy es un día de fiesta para esta provincia y para todo Santiago. Al inicio del mandato del presidente Lagos, él prometió, en esta plaza, este metro… y su gobierno cumple”[29]



    ¿De qué plaza está hablando Jaime Estévez?



Ricardo Lagos:



“Esta línea 4 fue un proyecto íntimamente anhelado por el pueblo puentealtino. Yo cumplí mi promesa. Cuando fui candidato dije  que en mi período iba a llegar al [sic.] Metro a Puente. Hoy, el Metro llegó a Puente Alto.”[30]



    Las anteriores frases no resisten mayor análisis. Quienes las emiten se sepultan bajo su propio peso. Así es. Con una primera lectura superficial  queda al desnudo que la intención de las frases emitidas por Ossandón, Bustamante,  Estévez y Lagos  apunta a (auto)presentarse  como verdaderos e intachables hombres de palabra, al igual que el resto de las autoridades políticas y empresariales con quienes trabajaron[31], pues cumplen lo que prometen y esto la ciudadanía lo acepta, lo agradece y lo celebra sin crítica alguna, ya que como lo señala el ministro de Obras públicas , cuya cabeza, se observará, está  llena de números, cifras, operaciones matemáticas, razones y proporciones, “Para la gente de Puente Alto la diferencia será un cambio absoluto. Un estudiante, un trabajador, demoraba ida y vuelta tres horas diarias hasta el centro de Santiago. Hoy lo hará en 70 minutos. Lo que significa un ahorro de 40 horas al mes. De 20 días al año. Eso es calidad de vida”[32]. Misma calidad de vida que hoy se aprecia en el horario punta con una masa de enloquecidas personas que   busca su lugar a empellones sin importar niños, ancianos, embarazadas ni personas en situación de discapacidad.



    ¿Y qué pasa con la plaza de Puente Alto?, ¿qué sucede con aquel hermoso lugar que cobijó gratos recuerdos, donde  jugué a la pelota, a las escondidas, al pillarse, y/o a la pinta con mis queridos hermanos?,  ¿qué pasó con ese espacio en donde decenas de sonrisueñas familias disfrutaban de helados, algodones de azúcares y cabritas?, ¿qué pasó con ese lugar donde era posible acostarse en el refrescante pastito para dormir una plácida siesta? Me pregunto, ¿qué pasa con la plaza en el discurso de los políticos?, ¿existe una referencia a ella? Obsérvese que   apenas se la menciona, y cuando  se lo hace es para mostrarla  como el escenario en dónde se prometió y se cumplió. Sólo eso. Nada más. De lo anterior, se desprende que la ciudadanía por nada del mundo  debe olvidar este hecho… ¡por nada! Sobre todo cuando en tan solo ochos días más (11/12/05)  tenga que elegir a  diputados,  senadores y  al presidente de la República. En otras palabras, y sin ir más lejos, esta inauguración fue planificada para asegurar los  votos de una ciudadanía plenamente satisfecha  debido a que ya no tendría que realizar largos y tediosos viajes a sus  fuentes de trabajo, principalmente.



    Sabemos muy bien cómo el poder político controla los medios de comunicación para  su propia conveniencia, y la prensa local, a un día de que se desarrollen las elecciones, refuerza esta idea al hacer un llamado a todos los ciudadanos lectores  del periódico para que elijan a quienes mejor los represente en la toma de decisiones políticas:



“Mañana domingo viviremos una vez más la fiesta democrática que nos caracteriza como país libre y civilizado, por medio de la cual se nos brinda la oportunidad de elegir aquellos representantes en los que confiamos guiarán de la mejor forma los destinos de nuestra nación […]

Llegó la hora de que la conciencia de cada uno aporte de manera más objetiva y soberana a elegir a quienes creemos lo podrán hacer mejor”[33]



    ¿Y qué se dice en el Puente Alto al día sobre la plaza? Sólo se señala que representa el costo y el precio que hay que pagar si queremos progresar.



“Sin dudas que la Plaza de Armas  de nuestra ciudad quedó muy parecida a la de Santiago, me refiero a lo árido y al poco verde del que estábamos acostumbrados a gozar; ahora con más lugares  de desplazamiento para peatones, sin una “concha” y sin alguna pileta de agua para refrescar la visual. Todo a cambio de la modernidad, del anhelado metro que todos los puentealtinos  queríamos tener. Una cosa por la otra, todo tiene su costo.”[34]



    Ahora bien, yo me pregunto, ¿qué sucede cuando no se considera al capital ciudadano en la toma  de decisiones?  Los problemas surgen inmediata e inevitablemente y  se manifestan desde el primer día. Un ejemplo lo constituyó el caso de los colectiveros  que trabajaban transportando pasajeros hacia y desde La Florida y Santiago,  quienes vieron afectados  sus sueldos con el funcionamiento del Metro.



    Por supuesto que todo lo anterior sucede cuando no se toma en consideración  a diversas organizaciones sociales, llámese  junta de vecinos, sindicatos, clubes deportivos, etc.  en las decisiones políticas. En este caso el municipio  no  pensó antes en dar una solución a un problema que se avecinaba evidente. Y si bien es cierto que el alcalde ofreció su ayuda[35], esta dificultad debió haber estado resuelta antes del 30 de noviembre del 2005, pero no ocurrió así, y ello simplemente porque no se escuchó como debía en el momento oportuno a los choferes y dueños de los colectivos, así como tampoco se consideró a ningún sector de la ciudadanía en la remodelación de la plaza de armas de la capital de la Provincia Cordillera.



    Pero detengámonos un momento, pues también debemos comprender a quienes no están  de nuestra parte y empatizar con sus refutaciones. Es obvio que en este tema muchos estarán en desacuerdo con los puntos de vista que se han expresado en el presente trabajo, como por ejemplo, Teresa, que manifestó su entusiasmo con las siguientes palabras:



“(…)  contamos con un Nuevo transporte, amable, cómodo y amigable con el medio ambiente (…)

Me siento orgullosa de ser puentealtina, y de ver cómo mi gente busca ser feliz como es el lema de La Pintana”[36] (“La Pintana, el lugar donde la gente busca la oportunidad de ser feliz”).



    O como mi amigo Oscar, quien me asegura que la actual distribución de las bancas le permite conversar con la gente sin obstáculo alguno. Es más, para él  resultó favorable este cambio, ya que trabaja como encuestador y  el laberinto,  le permite dirigirse a las personas con mayor facilidad.



Así mismo, la Municipalidad de Puente señala que la esencia de este espacio público se ha mantenido intacta,  que debido a su importancia citamos in extenso:



“La plaza principal, Manuel Rodríguez, constituye  el espacio  de encuentro entre sus habitantes, los antiguos y los “nuevos” puentealtinos. La remodelación realizada producto de la construcción del metro que consideró una gran explanada, y que se ha ido transformando con la plantación de nuevos árboles, con el aumento en el número de escaños, con la instalación de una pérgola de fierro y la inauguración  de un nuevo odeón que revivirá los antiguos  tiempos de las retretas domingueras y la presentación  de grupos-artísticos-culturales, no ha mermado para nada su importancia histórica. Actualmente esa idea se ha visto reforzada al constituirse como estación terminal del metro, adonde confluyen todas las personas, los taxis colectivos y otros medios de locomoción, además de estar rodeada de un potente y moderno centro comercial y financiero donde se siguen realizando todo tipo de actividades recreativas”

    Y usted, atentísimo lector, ¿qué opina al respecto? Ya leyó a algunos escritores, investigadores, políticos, etc. Ahora  es usted quien tiene toda la palabra. Con ansias espero vuestro comentario.



    Yo por el momento dejo hasta acá mi trabajo (muy pronto lo retomaré), llamando a todos a no creer más en la misma clase política y empresarial de nuestro país, o acaso usted, por ejemplo, le cree  todo al señor Ricardo Lagos cuando nos dice que  “el Metro va a ser un elemento central del transporte de los santiaguinos, con su eficiencia, con su rapidez, con su seguridad y con el respeto medioambiental.”[37]…¡¿respeto medioambiental?!... por favor, basta de burlas, ¡aburrámonos de ellas de una vez por todas!



……………………………………………………………………………………………....



Este trabajo lo retomé tres años después. Lo leí de un tirón y lo encontré interesante. Lo reelaboraría, le pondría poesía, lo invadiría con las más diversas figuras líricas, pero me tendría pegado unos tres años más y es hora de darlo a luz.






[1] Sobre las personas asesinadas y detenidos desaparecidos en la Provincia Cordillera  durante el gobierno militar del general Augusto Pinochet y de la placa del memorial que se construyó en su homenaje, véase
www.elclarin.cl/web/noticias/cronica/14964-inauguran-placa-del-memorial-por-la-justicia-y-la-dignidad-en-la-provincia-cordillera.html. Visita realizada el 
[2]  Tropo que consiste en unir dos imágenes o sensaciones procedentes de diferentes dominios sensoriales. Por ejemplo, dulce suavidad, verde armonía, perfumada amargura, etc.
[3]  Por ningún motivo, el lector vaya a pensar que este negocio  desapareció, pues en la actualidad se encuentra a la vuelta de la esquina, específicamente en calle Balmaceda número 184. Pero ahora solo se venden helados artesanales. Al consultar por el traslado del local, un par de señoritas que atendían en él, quienes prefirieron no dar sus nombres, me comentaron que producto de la remodelación de la plaza, el Oasis se vio obligado a  cambiar de dirección, ya que las obras de construcción del Metro impedían el paso de los peatones y con ello las ventas se vieron afectadas. Cuando llegó la dueña a la heladería, le comenté el trabajo que estaba desarrollando  y textualmente me dijo que  “lo más bonito de todo es que actualmente mucha  gente de la tercera edad viene para acá a tomar helados, mientras recuerdan las cosas que hacían en la plaza después de salir del  colegio.”
[4]http://www.tebeosfera.com/1/Documento/Articulo/Especial/Chile/1900a1973b.htmculturadebolsillo.blogspot.com/2012/12/revista-el-pinguino.html señala que   “Desde 1956 El Pingüino  ocupó lugares semi-secretos en los closets y los cajones de nuestros abuelos. Su contenido incluía una selección de chicas en bikini que hoy serían considerados enormes y en el mejor de los casos la tentación provenía de muchachas en topless provenientes normalmente de agencias internacionales.
Las chicas se exhibían en ropa interior con los senos escrupulosamente tapados con las manos o si la foto lo permitía, con estrellas pintadas sobre la fotografia [sic.] para impedir que se vieran sus partes intimas [sic.]
La revista también traía caricaturas divertidas dibujadas por los mejores artistas de la época con graciosos e ingeniosos personajes que se recuerdan hasta el día de hoy.”

[5]Véase la Editorial en http://www.plazapuentealto.cl/?p=1. Mantengo la ortografía de la fuente, sin corrección alguna de mi parte.
[6] Doblemente lamentable, ya que tampoco hemos podido dar con el blog.
[7] Ver www.youtube.com/watch?v=711wwRC6le4. Visita realizada el
[8] Este tópico será analizado en un estudio dedicado a la literatura del poeta José Ángel Cuevas  que gira en torno a Puente Alto.
[9]Verwww.facebook.com/photo.php?fbid=409461492595439&set=a.263361870538736.1073741828.100005947758617&type=1&theater
[10]issuu.com/puentealtoaldia/docs/edicionagosto24?mode=embed&layout=http%3A%2F%2Fskin.issuu.com%2Fv%2Flight%2Flayout.xml&showFlipBtn=true (p.11).
[11] En esta dirección encontramos en el primer piso la Nueva Pescadería El Muelle y en el segundo  el bar-restaurant  El Muelle – Frutos del mar, donde, tal como se lee en sus ventanas, es posible disfrutar de un mariscal frío y caliente, merluza frita, reineta a la plancha, paila marina, salmón margarita, mariscos parmesanos, jardín de mariscos, etc.
[12] Este relato está basado en un hecho real acontecido en la carnicería Miro a principios de la década de los noventa.
[13] Según las palabras que en una de las tantas conversaciones me dirigió Eric Soto Lavín, en su época de mayor apogeo y esplendor, la tienda tenía otras sucursales, a las cuales llamaba El Pingüino II y El Pingüino III.
[14] Como se habrá dado cuenta, el título del presente trabajo hace referencia a un solo lugar, pero me vi  en la placentera obligación de pasearme por alguno de los principales lugares de la comuna. 
[15]www.facebook.com/frasespuentealtinas/photos/a.407772219412917.1073741828.407652516091554/414295822093890/?type=3&theater.  Visita realizada el 12/11/15.
[16] Por ejemplo, en una reunión que tuve con mis amigos de la agrupación Vecinos por el patrimonio con motivo de la organización del Día del patrimonio, comenté mi trabajo sobre el pingüino puentealtino. Al preguntársele  al papá de una amiga si había conocido al personaje, respondió “Sí, lo vi hasta el once de septiembre del setentaitrés”
[17] Sobre la cantidad de palmeras, en una conversación, Eric Soto Lavín me dijo que vio en una fotografía antigua tres palmeras.
[18]Existe una extensa clasificación de las ninfas, pero comprenderá que no es este el lugar para extendernos en un profundo análisis de estos seres mitológicos, pues su estudio escapa al principal objetivo de este trabajo.  Para orientar al lector no familiarizado con estos seres, señalaremos que  en la mitología griega, las ninfas corresponden a deidades menores asociadas a lugares hermosos (ríos, bosques, montes,  grutas, etc.). Se dice  que son hijas de Zeus, pero  un determinado tipo de ninfas acuáticas, conocidas con el nombre de oceánides, son consideradas hijas de Océano. Similar es lo que ocurre con las náyades  “Ninfas de las aguas (fuentes, manantiales, arroyos…), ya que algunas veces son llamadas hijas de Zeus y en  otras, hijas de Océano. Ver Índice onomástico, Ó. Martínez. En Odisea. Homero. Editorial Gredos. S.A. 1982. p. 440.
[19] El Regimiento de Ingenieros n° 2 de Puente Alto se retiró de la comuna el 13 de noviembre del año 2003.  Junto con el Regimiento de Infantería n°  3“Yungay” (San Felipe), el Regimiento de Infantería n° 18 "Guardia Vieja" (Los Andes) y parte de los medios del Grupo de Artillería General Escala del Regimiento de Infantería n° 21 "Arica" (La Serena) forma parte del  Regimiento Reforzado n| 3 "Yungay" del Coronel Nicolás Maruri Gasco. Para mayor información, véase es.wikipedia.org/wiki/Regimiento_Reforzado_n.%C2%BA_3_%22Yungay%22
[20] En un comienzo, y a partir de este día, los viajes por la línea 4 comenzaban en la estación Plaza Puente Alto hasta Vicente Valdés, después el recorrido continuaba con un bus del Transantiago hasta el metro Los Orientales, lugar de transbordo en donde uno podía seguir su viaje hacia el sur (hasta la estación Grecia) o hacia el norte hasta la estación Tobalaba. Para el viaje de regreso, el lector inferirá, que los viajes desde la comuna de Providencia hasta nuestra comuna, se realizaban en forma continua desde Tobalaba hasta Grecia. Quienes  desearan continuar su viaje hasta Vicente Valdés debían trasladarse en el bus de acercamiento que salía en metro Los Orientales hasta aquella estación para seguir en el ferrocarril metropolitano, cuyo trayecto finalizaba en la Plaza de Puente Alto.
[21] Con esta afirmación respondemos a la pregunta de maggi [sic.] , “y ese caballo todavia no entiendo a que viene...”. 
[22] Augé, Marc. (2009). Los no lugares. Espacios del anonimato. Antropología de la sobremodernidad. España. Editorial Gedisa. p. 44.
[23]Inmediatamente se vienen a mi mente los siguientes versos del poema “Puente Alto colapsó” de Poesía del  American Bar de José Ángel Cuevas “Estamos miao de perro. Son hordas que dan jugo / Terrible de cuático / sabís que sí. /Con el alma de Hanz Pozo / A ti te digo /Más cagados que palo ‘e gallinero /pero filo con esos cuerpos tirados por los cerros en la ley de la vida mirando las nubes.”

[24] El Minotauro  era un ser con  cabeza de toro y cuerpo de hombre[], hijo de Pasífae y el Toro de Creta. Fue encerrado en un laberinto creado por el artesano Dédalo,[] ubicado  en la isla de Creta. Por muchos años, siete hombres y otras siete mujeres eran llevados al laberinto como sacrificio para alimentarlo hasta que un día murió a manos de Teseo.
[25] Fue el eslogan del candidato Joaquín Lavín para las elecciones presidenciales  del año 1999. Con dichas palabras hacía un llamado a la ciudadanía a no elegir a los candidatos pertenecientes  a  la coalición que se encontraba en el gobierno, ya que durante los diez años que llevaba en el poder, no había solucionado los problemas de desempleo, salud, educación, delincuencia, etc.
[26] http://www.plazapuentealto.cl/?p=1
[27] “El sueño que se hizo realidad”. Puente Alto al día,  2005,  diciembre  03. p.8.
[28] Ibíd.
[29] Ibíd., p. 9.
[30] Ibíd.
[31] Por supuesto que en los discursos no serán mencionados los obreros que participaron en la construcción del Metro, ¿o acaso cree usted que se iba a recordar, por ejemplo, a Francisco Segundo Carreño Campos, quien estuvo a punto de perder la vida  a raíz de una descarga eléctrica? Ver “Inconsciente retiran a trabajador  desde pique del Metro”. Puente Alto al día. 2005, mayo, 07. p.3. y “Continúa crítico obrero que se accidentó en obras del Metro. Puente Alto al día. 2005, mayo, 11. p.3
[32] Op. cit. p. 8.
[33] “El voto ciudadano”. Editorial. Puente Alto al día.  2005, diciembre 10. p. 5.
[34] “Una plaza más árida”. Se me cayó el C.D. Por el Lengualarga. Puente Alto al día. 2005, diciembre 03. p.5.
[35] “Tenemos que ayudar a los colectiveros, pues la llegada del Metro les disminuyó la clientela”. Puente Alto al día.  2005, diciembre 21.
[36] “El avance de Puente Alto”. Cartas al Director. Puente Alto al día. 2005, diciembre 10. p. 15.
[37] “Presidente Lagos cumplió su promesa: “Cuando fui candidato dije que iba a haber un Metro en Puente Alto. Hoy el Metro llega a Puente Alto.”” Puente Alto al día. 2005, diciembre 3. s/n°.