Evelio Echeverría
Poco más arriba de la
confluencia del río Maipo con el del Yeso, hay un puente natural
bajo el cual ruge el torrente del Maipo. Se le llama el Puente del Diablo, hace
notar Riso Patrón, no por leyenda o tradición, sino “por anteposición al puente
de fierro que existe más arriba que es conocido con el nombre de
Puente de Cristo”. Error del geógrafo, el primero y seguramente el
único que hiciera en su vida, pues se le conocía como a
una persona exacta, como fórmula matemática. El porteño Adolf Wilckens dejó en
alemán una leyenda que Riso Patrón ignoraba y que traducida dice lo siguiente:
Aun desde hace mucho tiempo,
cuando el Señor todavía vagaba por la tierra, corría el río Maipo de
la cordillera al mar. Se apresuraba por un hermoso y fértil valle, con extensos
campos verdes a cada lado. Jesucristo vio que la
corriente del río, honda y poderosa, impedía que los
seres humanos pudieran pasar de un lado a otro. Y con su natural compasión
quiso ayudarlos, por lo cual llamó al Diablo y le dijo:
“–Haremos una apuesta;
tú y yo, empezando al mismo tiempo, construiremos un puente sobre el
río y veremos quien termina primero”. Se pusieron ambos a
trabajar, el Diablo bajo el agua y Jesucristo sobre ella. El
Diablo hizo caer un monstruoso bloque de
roca que quedó a horcajadas sobre el torrente; y el agua,
con horrible ruido, logró abrirse paso socavando el lecho del río
para continuar su curso. Así terminó rápidamente y ganó la apuesta. El Señor,
por su parte, había construido un puente sobre una parte profunda
del río, el cual siguió corriendo bajo él sin obstáculos. Y así los
seres humanos podían contar ahora con un puente de hierro que podrían
cruzar sin mojarse. Y dijeron: “El Diablo ha ganado la apuesta, pero
el puente de Cristo es el mejor”. (Nota 18 Adolf Wilkens, “ Teufelsbrucke und
Brucke Christi” Andina 4,3 (1925) 18-9)
El líder del andinismo
nacional, Gastón San Román, nos dejó descrito así el anterior “Puente del
Diablo”:
… un trajinado sendero lleva
al cabo de cinco minutos hasta un lugar en que gigantescas
rocas desprendidas de lo
alto han formado un puente natural sobre el río Maipo. Bajo el puente se
produce una caída de agua de varios metros, precipitándose por
allí toneladas de líquido con un estrépito ensordecedor; una
fina cortina de agua se eleva del fondo formándose continuamente bellos
arcoiris. Para mirar al fondo de esta profunda fosa es necesario atravesar por
resbaladizas rocas, pero el cuadro del río despeñándose por entre
las gigantescas murallas es un espectáculo que bien vale la pena” (Nota 19
Gastón San Román, Guía de excursionismo para la cordillera de Santiago.
Santiago, Federación de Andinismo de Chile, 1977, 85)
[1] Leyendas de Los Andes de Chile. Evelio
Echeverría. Editorial: Impr. Arancibia Hnos., Santiago de Chile, 1988. p.p. 67 – 68.
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