Jota Jota Conus
Durante largo tiempo, algunos estudiosos se han
dedicado a transcribir y recopilar leyendas de nuestra Provincia Cordillera, entre ellos
destacan las grandes labores
desarrolladas por Johana Cavada, María
Teresa Quezada y Julio Arancibia. Sin embargo, pienso que este trabajo está
estancado y debe dar otro paso hacia adelante. Es por esto que me he visto en
la grata obligación de crear el
presente ensayo con el fin de dar una
idea de lo que pretendo hacer. La forma más fácil será planteando en forma inmediata la aseveración
con la cual trabajaré, y que surge del ensamblaje de dos leyendas locales. Esta
es la siguiente: Cuando Ramón Subercaseaux
Mercado iba al Cajón del Maipo, La Llorona huía espantada. Pero antes de concentrarme en ella,
considero necesario diferenciar el mito
y la leyenda debido a que es muy frecuente que estos términos se utilicen como sinónimos.
De hecho, solo basta echar un somero vistazo en internet para encontrarnos con
el mito de La Llorona y la leyenda de la Llorona para referirse a una misma
versión de la historia, cuando lo correcto es la última denominación y esto
ocurre por las razones que verá a continuación:
En Los
mitos. Consensos, aproximaciones y distanciamientos teóricos, el profesor Néstor Taipe señala que disciplinas como el
folklore, la epistemología, la etnolingüística, la filología, etc. se han
dedicado a estudiar los mitos, ofreciendo cada una de sus escuelas una
definición propia, la cual muchas veces se contrapone con la ofrecida por otra.
Sin embargo, en dicho trabajo, después de un riguroso estudio, define al mito
“en cuanto relato oral, como una práctica discursiva
social sobre los acontecimientos sagrados y primordiales ocurridos en el
principio de los tiempos, entre seres sobrenaturales, y que dan cuenta de la
cosmogonía, de la antropogonía y del origen de algo en el mundo como los
elementos naturales y los pertenecientes a los derivados de la naturaleza
humana.”[1]
Según lo anterior, y aplicando parte de la competencia que tengo
en relación al tema, el mito corresponde a una narración situada en un tiempo
primordial, anterior al tiempo histórico y como tal, a la presencia del ser humano. Es un relato colectivo- y por ende, anónimo debido a que
su creación no está asociada a un autor individual- en donde se
desarrollan acontecimientos que se articulan como un sistema de creencias
sagradas, de ahí su carácter religioso, los cuales explican, a través de la
intervención de personajes de carácter sobrehumano como dioses, semidioses, titanes, gigantes,
etc., algunos hechos importantes: el
origen del mundo, del hombre, del bien y el mal, entre muchos otros. De esto se
desprende que el mito tiene un carácter universal, ya que trata de dar
respuestas a trascendentales preguntas que se ha hecho el ser humano a lo largo
de toda su existencia, ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿por qué estoy aquí?, ¿cómo
se creó el mundo?, etc.
Un claro ejemplo lo encontramos en el Génesis, en donde un Dios
todopoderoso crea el cielo, la tierra y todos los seres que habitan en estos
lugares. Al respecto, siempre se debe
tener presente que el mito trata de los
principios y/o causas de la creación, he aquí su carácter cosmogónico, el cual
se refiere a la explicación del
origen del mundo. El Génesis, además, posee un carácter
antropogénico, ya que narra la creación del ser humano a partir del polvo de la
tierra[2]. También es importante
señalar que este mito tiene características morales, pues se
explica la existencia del bien y del mal. Recordemos cuando la serpiente
(para muchos el diablo) ofreció el fruto
prohibido por Dios a Eva y ésta a Adán.
Por su parte, las leyendas corresponden a
relatos, en un principio orales, de una
historia que trata sobre el origen de un
personaje, una institución o cualquier elemento natural o cultural que forma
parte de una tradición. Según el Diccionario
de la Real Academia de la Lengua Española corresponde a una “relación
de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o
verdaderos”[3].
Se presentan, al igual que los mitos,
como historias verídicas y con una función etiológica, es decir, explican la
causa o el principio de algo, por ejemplo el de un volcán, un lago, un río o
del poder político de determinado linaje
o raza. Sin embargo, a diferencia de los mitos, muchas poseen elementos históricos
y las acciones narradas son
desarrolladas por personajes en lugares que son claramente reconocibles por los
receptores, tal como lo afirma García de Diego “una narración tradicional
fantástica esencialmente admirativa, generalmente puntualizada en personas,
época y lugar determinados"[4]. Otra característica
que también comparten con los mitos es la presentación de hechos y personajes
sobrenaturales, pero en este caso, encontramos
brujos, diablos, seres alados, etc.
Un claro
ejemplo de lo que hemos expuesto se
encuentra en la leyenda El pacto del diablo con Ramón Subercaseaux
en donde se le atribuye al demonio el origen de la riqueza natural del valle de
Pirque:
“Es
una de las más conocidas leyendas de
esta zona junto con la de El casillero
del Diablo de la viña Concha y Toro. Basada en el asombro de quienes aún no
creen que las aguas del canal La Sirena puedan
ascender por las laderas de los cerros para regar el valle de Pirque,
como se ve desde el camino a San José de Maipo.
Don Ramón
Subercaseaux, un personaje de la historia de Pirque, fue dueño de gran parte de
estas tierras e impulsor de su progreso. En aquella época las tierras eran de
secano no permitiendo grandes cultivos por la falta de riego. Sin embargo, don
Ramón se propuso la construcción de un canal
que trajera al valle de Pirque el apreciado don del agua, extrayéndola
del río Maipo, más arriba de la bocatoma de La Obra y lo logró a pesar de las
inmensas dificultades técnicas y geológicas de su construcción. Este fue el
canal La Sirena.
El agua
transformó los campos de Pirque y permitió la riqueza de las viñas y el vino de
tanta importancia en nuestra historia local y nacional.
Los lugareños
al ver tanta riqueza imaginaron que era el producto del pacto entre don Ramón y
el mismo demonio quien lo ayudaría a construir el canal para hacerse rico a cambio
de su alma.
El plazo se
cumplía y el demonio iba en busca del alma del enriquecido personaje.
Esa tarde don
Ramón salió de su inmensa casona y parque en un carruaje tirado por cuatro
caballos y conducido por su auriga, quien se sentaba en el pescante, aislado de
su importante pasajero.
Al atravesar
el puente de San Ramón el auriga se dio cuenta de que su carruaje no avanzaba y
comenzó a guasquear a sus caballos que bufaban estrepitosamente. Sin embargo,
no se movían, era como que si una extraña fuerza los detuviera en ese lugar. El
campesino, preocupado, miró hacia atrás y en ese momento vio salir del carruaje
a don Ramón Subercaseaux junto a un personaje alto, de bigotes en punta,
totalmente vestido de negro bajándose del carruaje y perdiéndose en los
laberintos de la noche. Era el demonio que había venido a cobrar la otra parte
del pacto juramentado.”[5]
Los elementos históricos que encontramos en ella son principalmente el canal La Sirena o canal Pirque, cuya construcción comenzó, según diversas
fuentes consultadas, en 1834[6],
y la presencia del personaje llamado Ramón Subercaseaux, quien nació el 10 enero del año 1790 en la aldea Nancoto y
falleció el 30 octubre de 1859 en la
ciudad de Santiago. Este importante señor, primero se destacó como comerciante
en La Serena, luego se estableció en Valparaíso, donde tuvo su casa de
comercio, después adquirió la hacienda Pirque y posteriormente compró El Llano que lleva su nombre y el Colmo. También fue uno de los principales accionistas del Ferrocarril
de Valparaíso a Santiago. Senador entre los años 1840 y 1849, y desde el año 1852 hasta el día de su muerte[7].Un personaje con
gran poder económico, político y social como se puede inferir.
Como más arriba se indicó, a diferencia del mito, el cual responde
a preguntas trascendentales de la humanidad, la leyenda posee
lugares que son perfectamente identificables y esto se debe a su temática localista. En este caso, el espacio corresponde a
Pirque, una de las comunas de la Provincia Cordillera.
Si
ahora nos concentramos en el origen y el desarrollo del relato en cuestión,
puedo afirmar que éstos ocurren por razones que se interrelacionan entre
sí. La primera de ellas es mencionada en
forma explícita en el texto y se debe al
“asombro de quienes aún no creen que las aguas del canal La Sirena puedan ascender por las laderas de los cerros para
regar el valle de Pirque”. Efectivamente, Ramón Subercaseaux “(…) no pudo sufrir por largo tiempo esa
burla continua que le hacía el Maipo con el ruido de esa turbia i sonante
corriente”[8]
y decidió conducir sus aguas hacia la hacienda pircana por medio de un
canal, cuyas obras de construcción se iniciaron bajo sus órdenes a partir del
año 1834[9]
. Esta tarea fue considerada una locura por la mayoría de la gente, pues se
debió cavar el resistente mármol y cortar profundamente las montañas. Además,
los obreros se mantuvieron en pie solamente amarrados para no caer
en los hondos abismos donde aún fluye el río, los cuales tenían 70
metros de profundidad aproximadamente. Un trabajo sobrehumano fue el que se llevó a
cabo para desviar las aguas maipinas hasta
la hacienda pircana. Nunca resultó una tarea fácil, alguna extraña presencia tuvo
que actuar en la construcción del cauce. Así fue, qué duda cabe, si hasta la
misma Asociación de Canalistas del Canal de Pirque habla sobre la participación
de fuerzas sobrenaturales:
“La
leyenda cuenta que don Ramón decidió construir un canal para regar la
Hacienda de Pirque (hasta el sector de Santa Rita). La labor era una empresa de
proporciones para la época, por lo que, se dice, don Ramón decidió hacer un pacto con el diablo, quien le ayudaría a terminar el canal, a cambio de su alma. Así, entre los obreros empezó a circular el rumor de que durante las noches el diablo trabajaba en la construcción y terminación del canal sin descanso.”[10]
Hacienda de Pirque (hasta el sector de Santa Rita). La labor era una empresa de
proporciones para la época, por lo que, se dice, don Ramón decidió hacer un pacto con el diablo, quien le ayudaría a terminar el canal, a cambio de su alma. Así, entre los obreros empezó a circular el rumor de que durante las noches el diablo trabajaba en la construcción y terminación del canal sin descanso.”[10]
La segunda razón, según mi parecer, se
encuentra gatillada por la impensada transformación que sufrió Pirque, cuyas tierras de secano se convirtieron en nutritivos campos gracias
al canal.
“(…) obra osada i
perfectamente conducida desde la boca – toma hasta la Puntilla de San Juan que
es donde comienza a regar los terrenos de la hacienda. Gracias a él esta
posesión se halla al presente completamente transformada, en vez de desiertos e
incultos montes i de áridas i pedregosas llanuras se ven ahora vastas y
estensas campiñas de verdes pastos o amarillas mieses, orladas de grandes
hileras de álamo que formando interminables
i umbrosas alamedas permiten al viajero contemplar libre del calor de un sol de
verano, los prodijiosos efectos producidos por las fecundas aguas del Maipo.”[11]
La
leyenda El pacto del diablo con Ramón
Subercaseaux señala que “El agua transformó los campos de Pirque y permitió
la riqueza de las viñas y el vino de tanta importancia en nuestra historia
local y nacional” a la que también debemos sumar su carácter internacional, ya
que el año 2012 la más importante de sus viñas, Concha y Toro, fue “reconocida
como “La Marca de Vinos Más Admirada del Mundo””[12] y en la actualidad “es el principal exportador
de vinos de Latinoamérica y una de las marcas vitivinícolas más importantes a
nivel mundial. Desde el año 2001, la
compañía forma parte del Club des Marques
(Club de Marcas), transformándose en la única viña latinoamericana que integra
esta asociación, la cual reúne a las marcas más destacadas de la industria
vitivinícola mundial.”[13] Motivos, entre varios otros, por los cuales muchos consideran
a Pirque
“La Capital del vino”[14]. No está de más decir
que muy ansiosos esperamos el mes de
abril para celebrar la Fiesta del Vino de esta comuna… ¡salud! Lo siento, no lo
pude evitar.
La pregunta inevitable que surge en estos
momentos es, ¿por qué, entonces, no se
le atribuyó la obra a Dios, quien por medio de Jesucristo ayudó al señor
Subercaseaux Mercado? Creo que por la sencilla razón de que, tal cual lo señala
La Sagrada Biblia, no se puede amar a Dios y al dinero:
“Porque
los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias
necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; / porque raíz de todos los males es el amor al
dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados
de muchos dolores. / Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas
cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la
mansedumbre.”[15]
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o
aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro.
No podéis servir a Dios y a las riquezas.”[16].
No tengo la menor duda de que dichos pasajes
se les enseñaban a los innumerables peones en las capillas a través de las
periódicas misas costeadas por quien se
convirtió en un hombre poderosamente rico, el que incluso en un determinado
momento se adueñó de todas estas tierras y de sus aguas “Hubo una época en que
Pirque pertenecía hasta tal punto a los
Subercaseaux, que Don Ramón hizo poner una puerta, candado y cadena en el
puente que lleva su nombre”[17] con el fin de evitar
robos y saqueos. Seguramente, alguna vez algún parroquiano le preguntó por la
situación y conducta de su patrón a quien oficiaba la ceremonia, o por temor a perder su empleo,
lo hizo mientras se confesaba, ante lo cual el presbítero respondía que contra
los propósitos de la Divina Providencia estaba prohibido atentar, pues ella sabía por qué hacía las
cosas y todos debían aceptarlas, sin excepción alguna. Insistía en que los
campesinos debían preocuparse solamente de trabajar la tierra para el dueño, que contribuía con la producción del país, y cuyo
aporte iba para el Estado, quien entregaba
puntualmente el diezmo a la Santa Iglesia Católica. El labrador, inquieto y
disconforme con la respuesta obtenida, le recordaba lo aprendido en las misas,
pero el cura, por su parte, le decía, con el fin de tranquilizarlo, que no se
preocupara, ya que Dios se encargaría del Juicio Final e incorporaba a su
discurso religioso otros pasajes bíblicos, como los que cito a continuación:
“No
juzguéis, para que no seáis juzgados. /
2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida
con que medís, os será medido. / ¿Y por
qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga
que está en tu propio ojo? / ¿O cómo
dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo
tuyo? / ¡Hipócrita! saca primero la viga
de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu
hermano.”[18]
Finalmente, le recordaba que gracias a la labor de Ramón
Subercaseaux Mercado, iluminado por Dios, ellos tenían trabajo. Sin embargo, el
campesino, que solo pedía lo justo, no quedaba satisfecho con la plática y
salía de la capilla a reafirmar el rumor de la estrecha relación entre el
diablo y el magnate de Pirque. Rumor que con el paso del tiempo se convirtió en
leyenda y cuyos efectos llegaron hasta el día de hoy, y de los cuales,
obviamente, también se hicieron parte sus familiares, como su nieto Julio
Subercaseaux, quien de esta manera lo recuerda:“(…) una vez un
capataz nos mostró un banco de piedra partido por un rayo y nos dijo que ahí el
diablo se había sentado con el patrón don Ramón, mi abuelo”[19]
Volvamos al
texto en donde aparece la leyenda que nos interesa para hablar de su desenlace. Ya se dijo que este
tipo de relato surge de la oralidad, y como bien sabemos al ir compartiéndose
por este medio, de interlocutor en interlocutor a través del tiempo, algunos
van “poniéndole de su propia cosecha”. De esta manera, encontramos distintas
variantes, o diferentes versiones y El pacto del diablo con Ramón Subercaseaux,
obviamente, no escapa a esta situación. En él aparece que después de salir de su casona[20], y mientras atravesaba el puente, actualmente conocido
como San Ramón, el carruaje se detuvo, y el demonio, quien es descrito
como “un personaje alto, de bigotes en punta, totalmente vestido de negro”[21], salió del vehículo para cobrar la palabra
y llevarse su alma. Pero también existe otro final, en donde aparece que un carruaje negro, guiado
por jamelgos con alas, desciende al mismo puente para buscar al Sr.
Subercaseaux. Patricia O’ Shea Lecaros
afirma que a este personaje tan
importante para la historia pircana se le atribuye un pacto con el diablo, “Aunque
las razones que tuviera […] varían
según a quienes le pregunte (en general,
se dice que fue para que Pirque prosperara), lo que sí se cuenta es que
mientras éste cruzaba el río Maipo, un carruaje negro con caballos alados
descendió a buscar a don Ramón”[22]. Esta misma situación se
reitera en la novela El Chupacabras de
Pirque, en donde la bruja Melisa le
dice a Ricki y a su primo Dante lo siguiente:
“-Pues
les contaré que hace mucho más de cien años, el Marqués de Concha y Toro le
vendió su alma al Diablo por preservar una bodega de vinos. No querrán saber ustedes
lo que sucedió allí. Pero eso no es todo. Años después, el señor Ramón
Subercaseaux también hizo un pacto con Lucifer y dicen que cierto día al cruzar
el río Maipo, un carruaje negro con caballos alados descendió a buscar a don Ramón”[23].
Permítaseme
la libertad de aplicar el concepto de veracidad al fragmento que
acabo de citar para indicar que el ente ficticio y creo que con él, su autores
cubanos, Pepe Pelayo y Batán, incurren en un
desacierto, ya que afirma que el señor Ramón Subercaseaux estableció un
trato con Lucifer después que lo hiciera con Melchor Concha y Toro, ¡craso
error histórico!, pues, si mal no recuerda, los inicios de la construcción del
canal La Sirena datan del año 1834, mientras que la leyenda del Casillero del Diablo, introduce como
fecha el año 1883[24]. Comprendo que la bruja
no quiera asustar a Ricki y a Dante, por eso decide no contar la historia de lo que sucedía en la bodega de
vinos. Pero a todos nosotros sí nos interesa saber qué ocurrió en dicho lugar. Sin embargo, esto
quedará reservado para otro estudio, en donde se analizará el Casillero del Diablo: La leyenda del vino, ya que por ahora mi interés se concentra en la presencia del
diablo en el canal Pirque y su relación con Ramón Subercaseaux Mercado con el
fin de profundizar el párrafo de Oresthe
Plath que habla sobre las “Leyendas del diablo”:
“El
pueblo, a la vez, recuerda en Chile a numerosas personas que han vendido su
alma al Diablo y que se han salvado de los pactos valiéndose de sus respectivas contras.
De aquí, según el pueblo, los terrenos de rulo que de la noche a la
mañana se convierten en fértiles campos
de plantío y la prosperidad de la hacienda
o el éxito de los negocios de muchas personas de las cuales se da el
nombre”[25]
Como se
puede comprobar, resulta imprescindible hablar del Diablo y esto porque
a partir de las relaciones que establecen con él, tanto Ramón Subercaseaux Mercado como La Llorona,
podré respaldar la afirmación con la cual se inicia este ensayo. Sobre la leyenda de este último
personaje, Stella Rodríguez y Gabriel Verduzco, señalan lo siguiente:
“La
leyenda de «La Llorona», en su forma más simple, es la siguiente: «La Llorona»
es la historia de una mujer de tiempos de la Nueva España que, al saberse
engañada por el hombre al que ama, se venga de él matando a sus hijos. Cuando
repara en lo que ha hecho pierde la razón y muere para después aparecer por las
noches penando, dando alaridos por las calles de la ciudad lamentándose por sus
hijos muertos. El clásico grito lastimero de la Llorona es: «¡ay, mis hijos!».”[26]
Tal como se indicó más arriba, cuando
analizábamos la leyenda El pacto del
diablo con Ramón Subercaseaux, este tipo de
relatos sufre alteraciones a
través del tiempo y el espacio, conformando distintas versiones. De esta
manera, nos encontramos con que la leyenda de La Llorona[27]
del Cajón del Maipo corresponde a un relato único, del cual no tengo registros de
su existencia en otro lugar hasta el momento. Esta es la siguiente.
“Aproximadamente
en el año 1800 llegó a la villa de San José de Maipo, desde Santiago,
acompañada por su esposo y sus hijos, una mujer llamada Norma. San José era un
pequeño y tranquilo poblado en el que vivían unas pocas familias campesinas y
los mineros del yacimiento de San Pedro Nolasco. Norma y su familia se
instalaron en una pequeña casita cerca del río, en lo que hoy llamamos “Camping
del Río”. Allí, como cualquier mujer de la época, se dedicó a criar a los hijos
y a plantar y cuidar su huerto, mientras su marido trabajaba en la mina y se
aparecía muy de vez en cuando por casa. Se sabe, sin embargo, que la soledad,
la paz, suele hacer surgir desde lo más hondo de la psique humana aspectos
desconocidos y a veces siniestros de la personalidad. Eso fue lo que aconteció
con Norma.
El
tiempo pasaba. Ella no lo notó al principio, pero de pronto un día se dio
cuenta que su marido cada vez venía menos a casa. Comprendió que su ausencia se
debía al mucho trabajo que él tenía, pero eso no la consoló. La mujer
entristeció al principio, mas quizás qué defensa interior oculta hizo que se fuera
poniendo cada vez más agresiva, y nadie sabe cómo, terminó mezclándose en magia
negra. Esto último fue la gran noticia-copucha que comenzó a rumorearse por
esos días por San José, que la tal Norma que vive cerca del río practica la
magia negra y todo tipo de asuntos raros con el fin de dominar a las personas.
Se decía que cuando sus hijos se dormían, ella iba río arriba, hacia el sur, y
sacrificaba guaguas al mismísimo Satanás, a quien también se ofrecía en cuerpo
y alma. Asimismo, contaban que encendía una hoguera y cumplía extraños ritos
con los animales.
Fue un largo tiempo el que pasó mientras Norma
se dedicaba a sus oscuras actividades y su esposo no se aparecía, hasta que un
buen o mal día, éste llegó de visita. Antes de ir a casa, en un lugar de mal
beber, se puso al tanto de todas las atrocidades que se rumoreaban sobre su
mujer. Cuando llegó al hogar a orillas del río conversó con ella, pero ésta
negó todo. Sin embargo, la intranquilidad ya se había apoderado del corazón del
hombre. Por eso, un día, después de que su mujer se levantó a medianoche, él la
siguió hacia el lugar donde practicaba sus ritos oscuros, y vio, con horror,
cómo quemaba unos bebés en la hoguera y luego se entregaba a juegos prohibidos
con un macho cabrío negro de ojos rojos mientras invocaba al Señor de la
Oscuridad.
Presa
del pánico, el esposo huyó del pueblo junto a sus hijos esa misma noche, antes
de que su mujer regresara, al amanecer. Nadie lo vio desaparecer y nunca más se
supo de él. En cuanto a Norma, cuando volvió a casa y no encontró a sus hijos,
enloqueció de pena, gritando de rabia y dolor. Sus gritos fueron tan
desgarradores y fuertes, que hasta los mismos demonios que vagan constantemente
por la tierra para aquejar a los seres humanos, se espantaron al oírla. Y
sucedió que después de los lamentos, la piel de Norma se secó y su cuerpo se
marchitó, y comenzó a llorar de una forma horrenda y escalofriante por siempre
jamás.
La
gente que salía a altas horas de la noche contaba que oían a una mujer llorar a
lo lejos. Unas pocas personas que en aquellos tiempos la pudieron ver, luego
enloquecieron, gritando que habían visto un cadáver caminar flotando por el
aire, hirviente de gusanos y envuelto en jirones de ropa manchada de sangre
negra. También gritaban que el espectro de esa mujer preguntaba con lastimera
voz por sus hijos, tragándose el alma de aquel que le respondiera. Por eso,
todos huían de ella. En aquellos tiempos fue cuando se la bautizó como la
Llorona, mujer de la noche, tragadora de almas.
La
gente comenzó a temerla, y cuando se escuchaba su llanto se cerraban las
puertas y ventanas de todas las casas. Pero algo bueno debe tener su espíritu,
pues se dice que si alguien tiene pacto con el diablo no puede sufrir daño por
ella, porque huye, sin querer mezclarse con Satanás, ya que de él vendría toda
su desgracia, que se inició el día en que ella lo prefirió ante la ausencia de
su esposo.
Otra
forma de hacerla huir es gritarle su nombre –Norma-, y entonces ella se esfuma.
También se dice que la Llorona busca raptar niños para absorberles el alma y
dejar sus cuerpos tirados cerca del río o en los cerros.”
En
La
Llorona: análisis simbólico- literario se da cuenta de las distintas
variantes de la clásica leyenda, según cada narrador:
“En
primer lugar la mujer a veces es criolla, mestiza o indígena; en segundo lugar,
la forma de cómo la Llorona mata a sus hijos: en algunas es ahogándoles en la
laguna y en otras les mata con un cuchillo; en tercer lugar está el efecto de
«La Llorona» como alma en pena: para unos ella viene a llevarse a los niños —a
cualquier niño— ya que la Llorona tiene nostalgia por sus hijos; en otra
variante las personas que llegan a ver a la Llorona pierden la razón. La última
variante dice que la Llorona se deja ver en las noches de luna por aquellas
personas, varones principalmente, que andan en malos pasos, pretendiendo
engañar a su [sic.] esposas o prometidas, ya que aparentemente es una mujer muy
atractiva pero cuando es abordada por el galán, ella tiene rostro de calavera o
de caballo.”[28]
Apliquemos cada una de ellas en el
relato cajonino que nos interesa:
En primer lugar, al no señalarse si la
protagonista es criolla, mestiza o indígena, claramente no podemos precisar qué origen posee. Pero de
lo que sí podemos estar seguros es que el personaje no asesina a sus
hijos, por lo tanto se descarta la segunda variante. Con respecto a la tercera,
muchos afirmarán que no se trata de un alma en pena, ya que en ningún momento
se habla del fallecimiento de Norma. Se sabe que este tipo de alma corresponde a aquella que no logra el descanso después la muerte, ya
que está condenada a vagar por la tierra
sin descanso alguno durante largo tiempo o por toda la eternidad sin tener
consciencia de su estado. Las causas son innumerables, puede ser una defunción inesperada, por
ejemplo una muerte súbita, puede ser que
esta alma pena debido a que dejó asuntos irresueltos que tratará de solucionar,
o debido al vehemente deseo de proteger un
objeto material o a un sujeto muy querido, como puede ser un automóvil o
un hijo, respectivamente. También puede tratarse de una persona que fue asesinada y su alma
está buscando justicia, etc. En muchas versiones que he oído
se habla del suicidio del personaje, luego de matar a sus hijos, pero en La
Llorona del Cajón del Maipo no se hace una mención explícita de la muerte
del personaje. Eso sí, se puede inferir, basándonos en las descripciones
físicas y en la conducta adquirida por
Norma, que luego de perder la razón y producto de la pena, la rabia y el dolor,
sufre la muerte corporal para que después su atormentada alma se dedique a vagar
por la zona “enloqueció de pena, gritando de rabia y dolor […] Y sucedió que
después de los lamentos, la piel de Norma se secó y su cuerpo se marchitó, y
comenzó a llorar de una forma horrenda y escalofriante por siempre jamás.”, y
algunos “habían visto un cadáver caminar flotando por el aire”. Siguiendo con esta misma variante, de
lo que sí no cabe duda alguna, es que nuestro personaje se lleva a los niños
“También se dice que la Llorona busca
raptar niños para absorberles el alma y
dejar sus cuerpos tirados cerca del río o en los cerros”, por nostalgia señalan
Rodríguez y Verduzco. Pero también, ¿por qué no?, puede ser movida por la
venganza. La siguiente variante también
está presente, pues existe la pérdida de
la razón en las personas que llegan a
verla “Unas pocas personas que en aquellos tiempos la pudieron ver,
luego enloquecieron”. El hecho de que se deja ver por varones que quieren
serles infieles a sus esposas no aparece porque recordemos que la protagonista,
a diferencia de otras versiones más
difundidas, no es engañada por el marido, por lo tanto, en este sentido, no
tiene por qué castigar a otros hombres para vengarse, y en cuanto a su
apariencia física, en La Llorona del
Cajón del Maipo no se nos dice que sea atractiva ni que cuando se le acerca un
galán tiene el rostro de un caballo, pero sí podemos estar de acuerdo en que
tiene rostro de calavera, pues, como recordará, quienes la han visto hablan de
un cadáver. Lo cual, según mi modo de ver, refuerza la idea de que se trata de un alma en
pena.
Ahora conviene hablar de la presencia del Diablo en la leyenda que
nos interesa debido a que Norma se relaciona directamente con él para ofrecerle
sacrificios. El Diablo está presente en la mayoría de las leyendas que se
difunden en todo Chile y especialmente
en el Cajón del Maipo. En este territorio tenemos los relatos de La Pata del Diablo, La Carreta del Diablo, La Muchacha de La Primavera, El Puente del Diablo, entre muchos otros.
En el presente ensayo, el sentido que se le dará al personaje está directamente
relacionado con el que aparece en una de las versiones de La Pata del Diablo:
“[…]
dicen que el Maligno siempre reaparece. Aquel ángel caído nos atrae de alguna u
otra forma, con su aire perverso, quizás como reflejo inconsciente de nuestros
retenidos e inconfesables deseos. Por eso aparece y vuelve a aparecer, porque
está oculto, soterrado en lo más profundo de la psique humana.”[29]
En
Religiosidad y demonios en la cordillera[30], Nicolás Junqueras, luego
de realizar un breve resumen de la leyenda de La Pata del Diablo, señala
que el relato relaciona la figura del
apuesto personaje con el pecado, debido a que su incontrolable deseo lo lleva a
perseguir a la hija del alcalde a cualquier lugar[31]. Después de esto, menciona la leyenda de El Puente
Colgante, la cual corresponde a otra versión de La pata del Diablo, aquí, también
después de hacer un breve resumen del relato, señala que “La creación de la
figura maligna del Diablo es
construida por los propios hombres para justificar sus deseos pulsionales”[32] cuando, tal como lo
afirma el maligno personaje “ustedes
mismos son responsables de todo el infierno que llevan.” O sea, la imagen del
Diablo es creada por los propios seres humanos, quienes la relacionan con las
pulsiones, es decir con aquellos impulsos psíquicos que buscan ser suprimidos y
que en el caso de la protagonista de la leyenda La Llorona son de carácter sexual. Basta recordar que
Norma, al no soportar la soledad, decide dar rienda suelta a sus pulsiones.
“Se sabe, sin embargo, que la soledad, la paz, suele hacer surgir desde lo más
hondo de la psique humana aspectos desconocidos y a veces siniestros de la
personalidad. Eso fue lo que aconteció con Norma.”. Su deseo carnal desenfrenado debido a la
prolongada ausencia del marido, quien trabajaba en la mina de plata San Pedro
Nolasco, trataba de ser apaciguado
con Satanás, y es así como “se entregaba a juegos prohibidos con un macho
cabrío negro de ojos rojos mientras invocaba al Señor de la Oscuridad.”
porque “ella lo prefirió ante la
ausencia del esposo”.
Aquí
debemos detenernos un momento para dedicar algunas palabras al macho cabrío.
Esta figura, de tronco humano con patas, cola y cuernos de carnero, proviene de la mitología griega.
Dicha imagen zoomorfa, tradicionalmente, se asocia a Pan, dios violento y lujurioso, quien a raíz de un proceso histórico que no explicaremos
acá debido a la digresión que generaría, se relaciona con el apetito sexual, al
igual que los sátiros “Todos ellos son esclavos de sus instintos y todos ellos
comparten el gusto por la música, el vino, el sexo y los animales que formaban
parte del cortejo dionisíaco, seres que también se relacionan con las conductas
sexuales.”[33]
Tengo entendido que fue en la Edad Media, cuando la Iglesia Católica debido a los cultos
paganos que se rendían en honor a esta deidad le otorgó dichas características
al diablo. Como puede apreciar no es producto del azar ni de capricho alguno que
aparezca Norma teniendo sexo con un macho cabrío, pues él simboliza la lujuria.
Este aberrante acto es observado por su marido, quien la siguió, impulsado por
los comentarios que había escuchado sobre su esposa. El minero, presa del
terror y el pánico decidió escapar con sus hijos para nunca más volver. Cuando
Norma se percató de este hecho se originó su eterna congoja, la que está
directamente relacionada con el Diablo, pues con él se iniciaron todos sus
males. Por eso, es que escapa de todos aquellos quienes tienen un trato con el
maligno “se dice que si alguien tiene pacto con el diablo no
puede sufrir daño por ella, porque huye, sin querer mezclarse con Satanás, ya
que de él vendría toda su desgracia, que se inició el día en que ella lo
prefirió ante la ausencia de su esposo.” Es por esto y por todo lo anterior que
afirmo categóricamente que cuando Ramón Subercaseaux Mercado se dirigía al
Cajón del Maipo, imposible resistirse a los encantos de esta zona, La Llorona
huía espantada.
Como
puede percatarse, queridísimo lector, este trabajo se concentra en dos relatos
de nuestra Provincia Cordillera, las leyendas El pacto del diablo con Ramón Subercaseaux y La Llorona, e incorpora para sus análisis, estudios referentes a
las leyendas de La Pata del Diablo y de
El Puente Colgante. Por lo tanto, considero que con este trabajo se ha
dado un paso adelante, en donde los primeros fueron la transcripción y la
recopilación.
Ahora
bien, si no nos basta con relacionar a
estos personajes y cuatro leyendas de nuestra zona, podemos afirmar que la
Llorona también escapa del protagonista de otra de las cuatro versiones que
conozco de La Pata del Diablo[34],
en donde aparece como
protagonista un personaje que ha hecho
un pacto con el demonio. Una mina de oro y una vasija con un vino interminable
son las dos primeras peticiones. La última, antes de entregar su alma al diablo
en forma definitiva es la construcción
de un puente en la Noche de San Juan que le sirva como vía para dejar todas las pertenencias correspondientes a la época de su pobreza en el otro lado del
río. El Diablo accede al último de sus deseos, pero le resulta difícil cumplir
el objetivo porque al comenzar a
trabajar se va encontrando con cruces de madera enterradas en cada lugar que va siendo
escavado, las cuales no cumplen otra función que retrasar la demoniaca tarea para que el
maligno ser sea sorprendido por la madrugada y no le quede otra opción que
salir arrancando con un impulso que deja
la marca de un pie, una huella.
Y
si queremos seguir relacionando más leyendas, tenemos La
Carreta del Diablo[35],
en donde Pedro, quien era dueño de una parcelita en El Melocotón se convirtió
en Don Pedro al hacer un pacto con el
diablo. Aquel pidió ser multimillonario y buena salud, así que una oscura noche
esperó a que el maligno personaje pasara con su carreta por la vía que actualmente se conoce con el
nombre de Camino al Volcán para
hacerle tales peticiones a cambio del
sometimiento de su alma. Don Pedro nunca contó el origen de su repentina
fortuna y de tanto callar, olvidó el
trato, pero treinta años después la
frialdad, la calma y la oscuridad
de la noche atrajeron a Don Pedro para que saliera a dar un paseo en su ostentoso carruaje
arrastrado por caballos de fina sangre. Nunca más regresó y desde aquella vez
no se supo más de él. Solo apareció su chupalla en el carruaje mucho tiempo
después en el sector de El Toyo. (Aprovecho para contar que de este último relato
llama mucho la atención la variedad de
nombres que aparecen para referirse al Diablo: “Príncipe de las Tinieblas”,
“Luzbel”, “Maligno”, “Señor Oscuro”, “Satanás”, “Satán” y “Espíritu del Mal”. De las cuales, cuatro
denominaciones se suman a la larga
enumeración que ofrece Oreste Plath[36]).
Paciente
lector, se nos acaba el espacio. Por lo tanto, me veo en la necesidad de manifestar
a usted el objetivo de este trabajo, el cual no es otro que transformarse en un aporte para la enseñanza
escolar de la Provincia Cordillera, pues entrega análisis e interpretaciones de
leyendas locales que sin el menor inconveniente pueden ser utilizadas en los
colegios de nuestra zona, tanto por docentes como por estudiantes, debido al
lenguaje sencillo que se emplea. De esta manera, no quepa la menor duda, nos acercaremos a nuestros innumerables personajes y lugares
con la penetración adecuada para conocerlos y reconocernos en ellos. ¿Se
imaginan cómo se complementaría esta información con
una salida pedagógica?
Estoy
consciente de que un ensayo no necesariamente exige un aparato erudito con
citas y notas a pie de página como el que he expuesto. Pero esto obedece
al hecho de querer entregar las
herramientas necesarias para facilitar la difícil labor del docente. Para finalizar, solo me queda recordar que el
título de este ensayo contiene un gerundio. Esta forma invariable no personal del verbo
sirve para nombrar lo que se mantiene en el tiempo, y esto se debe a que este
trabajo está muy lejos de finalizar. Todo lo contrario. Esto recién comienza.
Por tal motivo, no me queda más que invitarlo a que continúe ensamblando las innumerables
leyendas de nuestra querida Provincia Cordillera y a que visite Literatura sobre la Provincia Cordillera[37],
blog que con mucho cariño estoy
construyendo para usted.
[2]
Génesis 2: 7-8 En www.bibliaonline.net/biblia/?livro=1&versao=54&capitulo=&leituraBiblica=&tipo=&ultimaLeitura=&lang=es-AR&pag_ini=30&cab
=
[3]
lema.rae.es/drae/?val=leyenda
[5]
Esta leyenda me la facilitó el Licenciado en Historia David Valenzuela
Mardones, quien la obtuvo del profesor Ernesto Mosqueira.
[6]
www.pirque.com/historia_de_pirque.php
es.wikipedia.org/wiki/Pirque
www.tesorosdechile.cl/casona-y-pirque
www.pirque.cl/turismo/contenido.php?id=4&idioma=0
www.biblioredes.cl/bibliotecas/4150/noticias/7122. Visitas realizadas el 28/04/2013.
[7]
www.genealog.cl/Chile/S/Subercaseaux/. Visita realizada el 28/04/2013.
[8]
Miquel, Manuel [8].
“El Canal de Pirque”. En Antología de
Pirque. Ilustre Municipalidad de Pirque. Santiago – Chile. 1982. p. 57- 58.
[9]
Véase www.tesorosdechile.cl/casona-y-pirque. Visita realizada el 28/04/2013.
[10]
http://www.canaldepirque.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=12&Itemid=27.
Visita realizada el
28/04/2013.
[11]
Miquel, Manuel. Op. Cit. p. 57.
[13]
Cita extraída de los folletos que entrega la viña.
[15]
1ª Timoteo 6: 9 -11 en www.bibliaonline.net/biblia/?livro=54&versao=54&capitulo=&leituraBiblica=&tipo=&ultimaLeitura=&lang=es-AR&pag_ini=90&cab=.
Visita realizada el 29/04/2013.
[19]
Subercaseaux, Julio. “Reminiscencias”. Antología
de Pirque. p. 73.
[20]
En la casona que Ramón Subercaseaux mandó a construir en 1830, hoy se encuentra
el restaurant Tesoros de Chile. Véase
www.tesorosdechile.cl/nosotros.
Visita realizada el 30/04/2013.
[21]
Características que se repiten en otras leyendas sobre el Diablo.
[22]
O’ Shea Lecaros, Patricia. “Aspectos de Pirque”. En Antología de Pirque. p. 171.
[23]
Pelayo, Pepe y Betán. El Chupacabras de
Pirque. Alfaguara. Cuarta edición. 2005. p. 46.
[24]
Existe un blog en Internet, blog.uvinum.es/leyenda-casillero-diablo-852566, el cual
sorprendentemente, después de ofrecer el comercial afirma en forma errónea que “La
leyenda empieza a mediados del siglo XIX (1871), cuando Don Melchor de Concha y Toro, dueño y fundador de la Viña Concha y Toro (Chile), reservaba sus mejores botellas de vino
para él y sus allegados, pero estas joyas embotelladas desaparecían
extrañamente, a pesar que eran guardadas bajo llave.” Visita realizada el 30/04/2013.
[25]
Plath, Oreste. Geografía del mito y las
leyenda chilenos. Santiago de Chile. Grijalbo, 2000. p.79.
|
[26]
e-archivo.uc3m.es/bitstream/handle/10016/8675/llorona_LITERATURA_2008.pdf?sequence=1
p. 311. Visita realizada el 10/05/2013.
[27]
www.dedaldeoro.cl/ley_lallorona.htm. Visita realizada el 11/05/2013.
[29]
www.dedaldeoro.cl/ley_patadiablo.htm. Visita realizada el 15/05/2013.
[31]
Considero que en esta interpretación no solo se debe mencionar a
la hija, sino a la mujer cajonina en general “cualquiera hubiera dicho que vino
a esta región solo atraído por la belleza femenina”
[32]
Junqueras, Nicolás. Op. Cit.
[33]
www.scielo.org.ar/pdf/synth/v19/v19a05.pdf p. 68. Visita realizada el
15/05/2013.
[34]
literaturasobrelaprovinciacordillera.blogspot.cl/2017/06/distintas-versiones-de-la-leyenda-que.html.
Texto recopilado por Ernesto Mosqueira
[35]
www.dedaldeoro.cl/ley_carretadiablo.htm. Visita realiza el 16/05/2013.
[37]literaturasobrelaprovinciacordillera.blogspot.cl/2017/03/literatura-sobre-la-provincia-cordillera.html
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