Mabel Gracia Díaz
Camino esta noche por
la hierba.
Mi dorado báculo
encendido
y la Luna que se
antoja de quimeras.
Con alevosía y
desenfreno
yo clamo fuerte tu
nombre:
Viento Raco,
te invoco con voz
divina;
despeja esta noche el
cielo,
invítame a volar
tan liviana como
quiero.
Uno a uno has aparecer
los luceros
cuyos brillos me
encandilan, me hipnotizan,
me revelan.
Y quiero ahora
conocer
el valor que le das a
mi poder.
No aspires tan
alto pequeña diosa.
Si clamas por mis
brisas,
pasarás por el
mundo de prisa.
No oses invocar en
vano mi nombre
pues no existe
retorno
desde un mundo que
no es de hombres.
¡Qué me importa el
paso por el mundo!,
si sólo me ha traído
desesperos.
Yo quiero ser como
tú,
viajar libre por el
cielo.
Asciéndeme ahora y en
silencio;
te lo imploro, te lo pido, te lo ruego.
Conviérteme en
fragancia,
brisa suave o sutil
sustancia.
Quítame el dolor,
quítame el vacío,
quítame las ansias
que destrozan en
agonía mi templo.
Has que ahora se
deshaga mi cuerpo,
quiero ser sólo
conciencia
y no ya más
sentimiento.
¿Qué pretendes,
pequeña, con tamaño cambio?
No me engañes con
tu labia
ni con tu refinado
encanto.
¿Sentimiento,
dices, no quieres?
¿Olvido verdadero
probar de verdad quieres?
Conciencia pura
sin sentir
es lo mismo que él
vacío.
¿Qué sacarás con
mirar desde lo alto?
Saciará ello tu
sed de ver,
pero ya no tendrás
tu canto.
La primera vez te
escucho
te otorgo tiempo
de espera.
La segunda
bastará solo una
palabra
para dictar
sentencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario